Cuento del capellán de monjas: Epílogo

320 3 1
                                    

—Señor capellán de monjas —apostilló el anfitrión inmediatamente—. Benditas sean tus posaderas y tus testículos. ¡Qué cuento tan divertido este de Chantecler! Por mi vida que si fueses laico serías un perfecto jodedor de gallinas. Porque si tienes tanto deseo como poder sexual, necesitarías varias gallinas, seguramente más de siete veces diecisiete. Ved los músculos que tiene este garboso cura. ¡Qué pecho tan ancho y vaya cuello! Tiene la mirada de un gavilán. No precisa maquillarse los ojos ni de rojo abrasilado[489a] ni de carmín. ¡Bendito seas por este tu cuento!

Después de este comentario, con regocijado ademán, dijo a otro lo que veréis.

Los cuentos de CanterburyWhere stories live. Discover now