( T W D ) Carl Grimes

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Hoy saldríamos a buscar provisiones. Los únicos que iríamos serían Rick, Michonne, Carl y yo. El anteriormente nombrado entró a mi cuarto, con su ceño tan serio que lo caracteriza, yo estaba afilando mi navaja cerca de la ventana admirando el paisaje, se me quedó mirando por un momento, podía sentirlo, se sentó enfrente mío. Al inicio cuando lo conocí me trató muy distante, sólo nos dirigiamos un saludo y unas cuantas palabras, pero sólo eso y ya, ahora todo es diferente  — Mi papá está molesto conmigo — habló, guardé mi navaja en el bolsillo, me crucé de brazos — Emm, ¿y eso por qué? — cuestioné algo dudosa — Pues... tuvimos una discusión por un tema... insignificante — contestó algo nervioso — Bueno, en ese caso. El único consejo que te daría sería: hablar franco con tu padre, explicar le lo que te sucede y por último hacerlo que entre en razón. Así de simple — aconsejé, a lo que él asintió tomándolo en cuenta — Bien, gracias Dixon — así es, me llamó por mi apellido, y eso significa que soy una Dixon e hija de Daryl Dixon. Pasaron unos cuantos minutos, entró Carl a mi cuarto avisando me que nos iríamos dento de diez minutos a buscar provisiones, en mi mochila guardé mi rifle, mi arco con flechas, una pistola, un revolver, municiones, un botiquín de emergencias, mi navaja en mi bolsillo y por último un cuchillo en mi pierna derecha. Salimos de la casa los cuatro, comenzamos a alejarnos de la casa donde nos refugiamos, en el camino nadie hablaba, excepto Rick y Michonne, Carl venía admirando una y otra vez su cuchillo, yo concentrada en todo el perímetro, por si es que veía a una horda, unos cuantos caminantes, un superviviente o algo. Pasaron cerca de unas cuantas horas y por fin nos habíamos encontrado con una casa, saqué mi navaja de mi bolsillo, Michonne su katana, Rick su hacha y Carl su cuchillo, el primero en entrar fue Rick, abrió la puerta con tan sólo patearla, ésta se abrió dejando ver unos cuantos tablones que bloqueaban, los fue quitando, en si la casa estaba muy bien asegurada — Bien, ustedes revisen arriba, Michonne y yo abajo ¿entendido? — subimos las escaleras sigilosamente, estando en los pasillos Carl entró en el primer cuarto, yo en el segundo. Parecía que sólo vivía un padre o una madre con su hija, ya que por lo que es notable en el cuarto al que entré hay demasiadas cosas que a una chica le gustaría tener en su cuarto (no sé si me expliqué bien pero da igual). Fui revisando el cuarto a detalle, guardé mi navaja nuevamente, paseaba, sólo habían libros, discos de vinilo, un toca discos, collares, pulseras y demás. Encima de la cama había un libro y al lado — ¡Mierda! ¡Genial! — mascullé. Habían un celular y unos audífonos. Lo tomé en mano — ¿Encontraste algo? — esa voz se hizo presente, giré mi vista hacia la puerta (que está a mi lado izquierdo) veía a un pequeño vaquero recargado en el marco de la puerta — Pues lo parece — miré el celular — Espero tenga música u algo así — contesté — ¿Crees que sirva? — alzo los hombros en forma de respuesta. Enciendo el celular. Al menos tiene buena batería. Lo guardé en mi mochila — Hay que seguir buscando — dije, a lo que él accedió sin comentar nada. Fuimos al último cuarto, el cual está cerrado. Saqué de mi mochila la pistola, recargo, apunto a la perilla, jalo del gatillo, ésta se abre, dejando que un caminante se abalance sobre mi. Carl reacciona, intenta ayudar me: demasiado tarde. Le disparo yo... me quito de encima el cuerpo, entro al cuarto. Al parecer no hay nada, pero si un baúl. Llamamos a Rick y a Michonne, ellos se llevan el baúl entre sí, por suerte encontramos una camioneta. En el camino era algo aburrido, decidí sacar de mi mochila el celular junto con los audífonos, los conecté, reproduje una canción Wings. Quise recordar ese preciso momento en el que ya se hacía tarde, en el que se ponía el hermoso atardecer. La música corría en mis venas, me dejé llevar y subí el volumen, que creo que fue muy notorio, juro que no escuchaba nada. Carl posó su mano en mi hombro, me quité un audífono — ¿Puedo? — preguntó, refiriéndose si podía escuchar la canción — No creo que te guste — dije, para variar — Oh, vamos. Deja me escuchar — asentí, le entregué el audífono que tenía en mi mano, se lo colocó. En ese preciso momento se reprodujo una canción algo... ¿sentimental? Era algo indescriptible se llamaba Friends. A él le pareció que le gustó la canción, de un momento a otro tomó mi mano “sutilmente”. Eso hizo que los pelos se me pusieran de punta. Carl Grimes, el chico más frío, maduro y distante que he conocido ¡¿acaba de tomar me la mano?! Ignoré aquello. Eso ni siquiera podía pasar, es más, nunca sucederá eso entre él y yo. Llegamos a la casa en la cual nos refugiamos, la canción había acabado, a si que decidí guardar el celular y los audífonos en mi mochila, soltó mi mano y bajo de la camioneta, antes de que Michonne bajara me regaló una sonrisa pícara. Yo sólo negué rodando los ojos y manteniendo una sonrisa. Me llevé a los hombros mi mochila, cerré la puerta de la camioneta. En la cajuela estaban los demás — ¿Qué crees que tenga adentro? — preguntó Michonne a Rick — Espero provisiones, suministros o municiones. Lo que sea pero que nos ayude a sobrevivir — respondió, ayudamos con las provisiones Carl y yo, entramos a la casa y dejamos unas cuantas latas en la cocina. Después entraron Michonne y Rick con el baúl — Cierra la puerta — dijo éste, Carl hizo caso, cerró y bloqueó la puerta — Deberíamos de abrir lo. _____, ¿crees poder? — saco mi navaja de su estuche — Eso creo — respondo, me dirijo al baúl, me agacho, manipulo por unos minutos la cerradura, al escuchar un click saco mi navaja y la guardo nuevamente en su estuche. Abro el baúl. Habían unos cuantos cartuchos de escopetas, M16, pistolas y un revolver, al lado dos botes de tres kilos y medio de pudding — Es una mina de oro — masculló Rick — Si que lo es — dijo cómplice Carl. Pasaron varios minutos, Michonne y Rick seguían apreciando lo que había en el baúl, Carl y yo estábamos en mi cuarto disfrutando del pudding — Que suerte que fuimos a dar a esa casa — murmura él — Si. Lo mismo digo — me llevo una pequeña cucharada a la boca — Hace mucho no había saboreado algo como esto — río un poco: « Carl y su pasión por el pudding » pensé. Decidí dejar de lado el gusto de él, quité los audífonos del celular que encontré y puse una canción, la cual tiene buen ritmo: Sit Next to Me.

Comencé a bailar, pronto él lo hizo dejando de lado su gusto por el pudding. Saltamos, reímos, gritamos y cantamos la letra de la canción. Así hasta que nos quedamos agotados.

En medio de la oscuridad, dejándonos llevar por el momento y la música, dejándonos llevar por todo. Una música muy hermosa se reproduce: Already Gone.

A veces siento que... — habla Carl — Si no estuviésemos en un mundo como éste. No te hubiese conocido —.

Lo mismo digo. — nos quedamos en silencio, disfrutamos un poco de la canción y dirijo mi vista al techo — ¿Puedo hacerte una pregunta? —.

Si, claro.

¿A qué...? ¿A qué le tienes miedo?

... A perder a mis seres queridos. A perder a mi papá, a Michonne, a Judith y... A ti. — volvemos a quedarnos en silencio. Yo le importo. Me acabo de dar cuenta que le importo y demás pero... eso no significa que él guste de mi, ¿o si? — ¿Y ? ¿A qué le tienes miedo? —.

... — lo pienso por mucho tiempo. — A morir. Ser infestada por un caminante y convertirme en una de esas cosas o... Recibir una herida de bala y muera por eso, quizá a que una noche vaya a dormirme y nunca más vuelva a abrir los ojos — de un momento a otro toma de mi mano, me mira a los ojos —.

Yo no permitiré que mueras y mucho menos que sea a causa de una herida de bala, una mordida o algo. Yo estaré contigo siempre.

¿Lo prometes?

Lo prometo...

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