( C P ) Edward Collen

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Narra T/N:

Su presencia era reconocible para mi. A cualquier parte que iba lo sentía cerca, no importaba el lugar, siempre estaba él ahí para protegerme. Extrañamente llegué a tener la idea de que me acosaba o cosas por el estilo, las chicas de la clase me tenían envidia, mis amigas me molestaban con que había captado la atención del chico nuevo; cuando yo no pretendí hacerlo. En cierta forma cuando él llegó, las cosas cambiaron drásticamente.

Deduje en que sólo fueron azares del destino y no mi estúpida mente lo inventaba. Su mirada también me parecía curiosa: sus ojos no los identifico del todo. ¿Serán avellana? ¿Grises? ¿Azul oscuro? ¿Verdes? ¿Amarillos? No logro reconocer ese maravilloso color. Pero lo que más me cautiva es el intenso color de sus labios y su piel tan pálida (pareciera que no ha salido a tomar el sol durante año llegando a un punto en que tenga alguna similitud con un cadáver, pero eso ya es exagerar).

(...)

Como todas las mañanas llegué a la escuela. Todas las personas a mi alrededor me conocen como “la chica que cautivó al nuevo”, porque he de admitir que la familia Collen es muy respetada y no se interesan en un persona tan ordinaria como yo. Abrí mi casillero y tomé mis cosas para la siguiente clase. Al entrar al salón, noto que en mi asiento (que es hasta el rincón) está ocupado por nada más y nada menos que por ese chico. Edward.

Suelto un suspiro y decido tomar otro asiento que esté lo suficientemente alejado de él (no es que no me agrade, simplemente me asusta, me da miedo y es raro).

(...)

Al terminar la clase, tocó la hora del almuerzo. Salí de la Institución para caminar un buen rato por el bosque, me fijaré muy bien en la hora, ya que debo de regresar cinco minutos antes de que den aviso para entrar nuevamente a clases. Me encanta estar cerca de la naturaleza, es agradable y de cierta forma estoy de buen humor. Hay varios senderos (pareciera que estoy explorando), paso entre dos árboles, me apoyo para poder pasar y en eso, en uno de mis dedos se clava una astilla y un leve corte en la palma. La sangre sale a flote. Trato de que deje de sangrar... Pero soy interrumpida cuando escucho ramas romperse a la mitad y hojas secas ser quebradas y pisoteadas. Volteo a todas las direcciones de donde supongo provienen los sonidos. Alguien está al acecho, provoca que tenga algo de miedo.

— ¿Quién anda ahí? — digo en voz alta (lógico no recibo respuesta) —. Estoy hablando te, sal de donde estás — insisto y sigo dando vueltas en el sitio donde estoy. De vez en cuando veo hacia arriba, quizá desde esa altura me ven perfectamente —. ¡Sal de tu escondite ahora mismo! — una gran fuerza me empuja contra el pasto y tierra seca, parpadeo y veo que estoy contemplando una pelea —.

« ¡¿Qué demonios?! »

No puedo ver bien quienes son, la pelea es muy fuerte pero sus movimientos son muy rápidos.

— ¡Vete de aquí! ¡Regresa a la escuela! — gritan. Trago en seco y respiro. Me pongo de pie y comienzo a correr de vuelta al Instituto. De un momento a otro vuelven a tirarme contra la tierra, toman fuertemente de mis muñecas y me encuentro con unos increíbles ojos (no son los de Edward), estos los defino bien, verdes —.

— Me encantaría probar de una vez tu sangre — piel pálida, labios carmesí, rostro fruncido, cabello largo rubio atado en una coleta —. He esperado este momento durante toda mi vida —.

— ¡Aleja te depravado de mierda! — con mi rodilla golpeo su hombría. Me suelta, escapo y sigo corriendo. De nuevo me empujan, esta vez contra el tronco de un árbol y quedo, frente a frente con él, con Edward —.

Nuestras respiraciones se mezclan, hacemos contacto visual y los nervios ponen los pelos de punta.

Me salvaste — susurro. Ahora comprendo todo —. ¿Por qué lo hiciste? —.

— No podía dejar que ese infeliz te matara. Eres todo lo que tengo y la razón de ser por la que estoy aquí — musita —.

— ¿Por qué yo? ¿Por qué no alguien más? —.

— Por que me causas cosas que nadie más lo hará —.

— ¿Soy importante para ti entonces? —.

— Desde siempre — nuestros labios rozan pero no somos capaces de darnos un beso. Sólo unimos nuestras frentes con la mirada baja y la respiración lenta —.

▶ Imagine One Shots ◀Where stories live. Discover now