Kirishima Eijirō

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Ese día, el cielo había sido cubierto por una enorme y gruesa capa de nubes oscuras, anunciando que en algún momento soltarían aquellas gotas que llevaban reteniendo hace un buen tiempo.

Frío, pero reconfortarte, brindando para ella, una relajante sensación. Quizás, lo tomaría como un buen día, en el que solamente se centraría en ella, tomando una taza de té y reflexionando sobre distintas cosas, con la grata compañía de su familia. Lastimosamente, eso no podría pasar.

Muy a su pesar, desde que aquel grupo de villanos estaba tomando como hábito hacerle la vida imposible a los estudiantes que querían convertirse en héroes, apenas tenían un respiro. Su seguridad, como consecuencia, estaba en peligro junto con la de sus otros compañeros. U.A. había propuesto la idea de crear dormitorios para proporcionar una mayor seguridad, sin embargo, cuando aquella noticia llegó para sus padres, presentó graves problemas con ellos. Problemas, que trajeron discusiones, empeorando más la situación. Afortunadamente, al final, terminaron por ceder en el momento en el que ella, con la mejor tranquilidad posible, les habló y explicó que era la única manera para que pudiera cumplir sus sueños y ser feliz. Les prometió que no iba meterse en problemas—caso que no ha pasado anteriormente—, que los llamaría frecuentemente para mantenerlos informados. Que nada cambiaría.

La separación, obviamente le afectó. A diferencia de sus compañeros que se mostraban entusiastas con aquello, ella no podía sentirse cómoda. Sin bien era para que todos estuvieran a salvo y llevar a cabo su vida como estudiantes, de alguna forma, no podía verlo como los demás. Quería estar con su familia, compartir momentos con ellos y contar con su apoyo. No obstante, ya que no podía, no le quedó de otra que acostumbrarse al nuevo entorno.

Se encontraba en la sala completamente sola, no sabía qué hora era. Sólo sabía que sus compañeros habían ido a dormir ya hace un buen rato, sin embargo, ella aún no podía conciliar el sueño, por lo que decidió salir de su habitación y distraerse. Terminó sentada en aquellos muebles, esperando a que se sintiera cansada.

Se alarmó cuando escuchó unos cuantos pasos aproximarse, volteó para averiguar quién era, llevándose la sorpresa de encontrar mirada con el pelirrojo de lindos dientes.

—¿Tampoco puedes dormir?

Y ahí estaba otro de sus dilemas.

—¿Puedo sentarme?—cuestionó.

Se limitó a responderle con un simple asentimiento, sintiendo un lado del mueble hundirse con el peso del chico. Su corazón latía fuertemente dentro de su pecho, casi sintiendo como si fuese a salir de ahí. Trató de calmarse frotando disimuladamente sus manos sudorosas contra sus piernas cubiertas por un pantalón de pijama, trató de mantener la mirada fija en otro lado que no fuese él, evitando totalmente el contacto visual. 

—¿Qué tal tu día?—intentó iniciar un tema de conversación.

Inevitablemente, una leve y poco visible sonrisa se formó en sus labios. Sí, tal vez era su gran dilema, pero también era su mejor compañía. A veces, intentaba alejarlo de ella, buscando no sentir aquellas sensaciones que le provocaba su cercanía. Les hacían sentir débil, pero también capaz. 

Nunca quiso depender de nadie, sabía bien que nada es para siempre, pero para su mala suerte, él había llegado a su vida.

O tal vez sólo era afortunada.

—Bastante bien. Ajetreado—respondió sin mirarle—. ¿Y el tuyo?

Y aquel chico de mirada vivaz, se había convertido en un pilar para ella. 

—No puedo quejarme. Aunque estoy algo adolorido—explicó—. ¿Todo bien con tu familia?

Admiraba su capacidad para saber el estado de las personas, estando dispuesto ayudar, aconsejar y escuchar a quién fuese, convirtiéndolo en la gran persona que es.

—Todo bien, gracias por preocuparte.—respondió sonriendo.

Porque él, era una de las pocas personas en quien confiaba, el único con el que podía desenvolverse y hablar sobre cualquier tema y durar horas. Le gustaba el hecho de que, le demostrara que era importante para él, que siempre contaba con su apoyo, con su compañía y consejos. 

Porque cuando ella cayó, el estuvo ahí para tenderle la mano y saber apoyarle. Justo cuando su hermano mayor murió, ella no supo ser fuerte y se derrumbó pero, él, supo calmarla,  cautivándole con su caballerosidad, su amabilidad y grandiosa personalidad. 

—Kirishima...—le llamó por lo bajo.

—¿Sucede algo?—preguntó ante el notorio desánimo de su voz—. Ya sabes que puedes confiar mí.

Su rostro mostró gran preocupación cuando lágrimas comenzaron a resbalar por las mejillas de la chica.

—Gracias.—sonrió.

Acortó la distancia entre ambos, enrollando sus brazos en su cuello, uniendo sus cuerpos en un cálido abrazo. Escondió su cabeza entre la separación de su hombro y cuello, sintiendo como él devolvía el abrazo, enrollando sus brazos en su espalda y escondiendo su rostro de igual manera.

—De verdad, gracias...—repitió.

—Para lo que sea.—reforzó su agarre.

El soporte que le brindaban sus brazos, le proporcionaba calidez, cariño y seguridad. Deseaba que el tiempo parara en ese instante, para que aquella agradable sensación no acabara, para que al menos quedara grabada en su memoria por mucho tiempo, para que él nunca se fuera.

Porque tan sólo su presencia le llenaba, le hacía sentir querida, a salvo y fuerte.

Fin.

Me acaba de entrar una extraña inspiración y salió ésto. 

Disculpen por no actualizar, estos días estaba muy ocupada, sin embargo, dentro poco publicaré la segunda parte del One-shot de Midoriya y los demás pedidos.

Estoy de vacaciones y ahora tendré más tiempo para publicar y estar más activa por aquí.

-confeti-

Espero que de verdad les haya gustado éste escenario, que pese a que es algo improvisado, lo hice con mucho sentimiento. Me inspiré en la canción de Sia, Helium. Está en multimedia por si quieren escucharla.

Perdonen cualquier tipo de error ortográfico y/o algo fuera de contexto.

¡Nos leemos pronto! 


My Hero Academia x LectoraWhere stories live. Discover now