Cinco

84 23 39
                                    

Mayo, 20. 2016

—¡¿Qué harás qué?!— Montserrat está ligeramente alterada. Se mueve de un extremo a otro de la habitación, cual león enjaulado.

—Sssht.— le chisto. —¿Qué parte de "secreto" fue la que no quedó clara?

Me mira en silencio y rueda los ojos.

—Esto es una locura, Anna.— susurra. —¿Has pensado en lo que puede suceder si tu madre lo descubre?

Dejo caer mi peso hacia atrás sobre el colchón.

—Joder, lo sé. Pero es que ahora simplemente no es el momento adecuado.

Hace una mueca de angustia y se sienta junto a mí.

—Sabes que te adoro, amiga. Y te apoyaré en lo que decidas, pero ten cuidado ¿si?

Vuelvo a incorporarme para quedar cara a cara.

—¿Qué me intentas decir?— cuestiono.

—A veces la vida nos da mil señales para alertarnos de que podemos estar cometiendo un error, y al ignorarlas, finalmente nos hacemos daño.

Mayo, 22. 2016

El chico a mi lado, parece extremadamente concentrado en resolver esos sesenta ejercicios de triángulos.

Se ve que los números son lo suyo, avanza con rapidez y cuando yo apenas alcanzo el décimo, él ya va por el trigésimo.

Impresionante.

Trae audífonos, aunque algo de la música que oye se escapa suavemente por uno de ellos, y consigo reconocer a Queen.

Jamás vi a un muchacho de mi edad escuchar música más antigua, o como mi padre diría, música de verdad.

Me quedo atorada, y simplemente no logro comprender cómo demonios puedo llegar a la respuesta.

Me entra un severo impulso de enviar todo esto al carajo, pues sencillamente no le hallo la utilidad.

—¡Me lleva!— escupo, sin querer. Y arrojo el lápiz sobre la mesa.

Miro a mi alrededor, esperando que nadie se haya percatado de mi pequeño arranque de ira.

—¿Te ha molestado el lápiz?

Giro el cuello hacia la derecha, para toparme con el niño mudo... Felipe, observándome divertido. Ahora los audífonos descansan en sus piernas.

No estoy segura de si todo lo que hago, le parece gracioso, o simplemente es alguien fácil de entretener, pero tengo la impresión de que siempre me ve como si acabara de contarle un chiste.

—No. Solamente han sido las matemáticas. Les encanta joderme la vida.— contesto.

Echa la cabeza hacia atrás, riendo.

—Quizás, si intentas multiplicar en lugar de sumar, descubras que no son tan crueles contigo.— sugiere, señalando la parte de la hoja donde están anotados mis cálculos.

Me doy una bofetada mental.

Estúpida.

Seguro que ahora se piensa que soy una tonta.

—Wow eso tiene muchísimo sentido.— le dedico una sonrisa inocente y cada uno regresa a lo suyo.

Ahora que ya sé que no únicamente puede hablar, sino también cantar y multiplicar, me agrada un poquito más.

Él.

Al llegar a casa, dejo caer todo donde sea. Estoy agotado, el final del primer periodo se aproxima, y asimismo los exámenes y trabajos parecen chocarse unos con otros para llegar primero.

El Océano Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora