Cincuenta y cuatro

25 2 0
                                    

Octubre, 2. 2017

Él.

—Estamos listos— anuncia Pablo, una vez que ha finalizado de armar correctamente su batería.

—Genial, adelante entonces— indica Juan, visiblemente emocionado con el evento.

Nos ubicamos como ya hemos acostumbrado en los pasados dos años, cada uno en su posición con su respectivo instrumento. En mi caso, me toca estar al frente, con un micrófono y la guitarra atravesada en diagonal sobre el torso.

Me impacta bastante ver la cantidad de gente que ha llegado. Sin duda es muchísima más de la que, al menos yo, esperaba. Las hileras de sillas están totalmente copadas y las personas que han arribado tardíamente, han comenzado a rodear a quienes estan sentados.

Localizo a Anna con rápidez, topándome con su sonrisa y el pulgar alzado.

Los nervios que ya me están oprimiendo el estómago, aumentan al verla. No es la primera vez que me verá cantar ni nada, pero siento una especie de presión sin precedentes.

Inspiro profundo y estiro los brazos para destensar los músculos todo lo posible.

—Buenas noches a todos, les agradecemos que estén con nosotros— doy la bienvenida—. Somos de último año y esta es nuestra despedida.

No agrego nada más, en parte porque tampoco se me ocurre algo y en parte, porque estoy desesperado por iniciar ya, para disminuir la histeria que me acelera el pulso a mil.

Ella.

Qué demonios hacía Raimundo metido aquí y cómo diantres se las ingeniaba para aparecerse en cada estúpido sitio en el que yo me encontraba.
Empezaba a sospechar que lo hacía a propósito, como una forma enfermiza de provocarme.

—Tu solo dime, y le partiré la madre tan fuerte que solo podrán sacarlo de aquí en ambulancia— susurra Montse.

No puedo evitar reír despacio por su amenaza.

—Creo que no hay que darle en el gusto. Vamos a ignorarlo— afirmo, regresándole mi atención al chico que realmente la merece.

Durante las primeras dos canciones, como he notado ya es un patrón, Felipe se nota nervioso, se mueve bastante por encima del escenario, saltando e interactuando con sus compañeros como una manera de deshacerse de la inquietud que lo ataca al comienzo de cada presentación. Juguetea con la base del micrófono, lo quita, lo regresa, hasta que para la cuarta canción ya se ha apoderado completamente de su rol y del público.

—Vaya voz que se gasta tu chico— comenta mi amiga impresionada, cuando los muchachos interpretan The show must go on de Queen.

—Lo sé, es increíble— coincido.

La canción concluye y la música se detiene un momento, mientras cambian de instrumentos o bien, los abandonan derechamente como es el caso de Felipe, que ahora se ha quedado únicamente con el micrófono en las manos.
Juan se ubica detrás del teclado que acaban de subir Martín y Pablo.

Enseguida una melodía bastante conocida estalla nuevamente.

I thought love was only true in fairy tales
Meant for someone else but not for me
Love was out to get me
That's the way it seemed
Disappointment haunted all of my dreams.

Then I saw her face
Now I'm a believer.
Not a trace of doubt on my mind
I'm in love
I'm a believer I couldn't leave her if I tried. [*]

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 12, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Océano Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora