Treinta y cuatro

49 9 54
                                    

Julio, 16. 2017

Ella.

Siento vibrar mi móvil cuando entra un nuevo mensaje.

Veo de reojo para saber si vale la pena interrumpir mi lectura por quien me habla.

Rai.

Poso el marca página donde me quedé y pongo el libro a un lado del colchón para coger el teléfono. Presiono el candado dibujado en la pantalla para desbloquear y abrir el mensaje.

"Hola, guapa. Sé que acordamos que te daría espacio para pensar, pero te extraño un montón."

Un suspiro de pura congoja huye por mi boca.

Comienzo a escribir una respuesta y acabo borrándola, como mínimo cinco veces.
No sé qué decirle sin sonar como una perra sin corazón, y a la vez, sin mentirle.

No te he extrañado, Rai.

He tenido el veredicto final de nuestra relación, claro como el agua, desde que te marchaste.

Me he fijado en alguien más, cariño.

Voy a arrojar el aparato lejos, justo cuando aparece otra notificación. Un nuevo mensaje, pero de otro remitente.

Felipe. ¿Es en serio?

Me asombra bastante que me esté hablando por whatsapp, jamás me ha hablado por medio de ninguna otra red que no sea en persona. Siempre pensé que ni siquiera conocía la existencia de whatsapp.

"¿Cómo va tu lectura?"

Una sonrisa enorme aparece en mi rostro y mi corazón salta emocionado dentro de mi pecho.

Esto está mal, querida Anna.

"¡Genial! Pero estoy luchando para no terminarlo tan pronto."

Tecleo veloz.

"¡¿Ya vas a acabarlo?! ¡Pero si esa cosa era gigantezca!"

Carcajeo al imaginar su expresión de perplejidad.

"Solo tenía cuatrocientas páginas, no era la gran cosa."

Una sutil campanita, anuncia su contestación.

"Tú, tienes un serio problema, Anna Banana."

Ya ni siquiera me molesto en repetirle por vez número un millón, que detesto que me llamen así. En parte porque sé que mientras más se lo digo, más lo hará y en parte, porque la verdad es que ya no me fastidia que lo haga. Creo que ha llegado a gustarme, porque es una forma cariñosa en la que solo él, me nombra.

Regreso al chat de Raimundo, aún sin tener idea de qué le escribiré.

Bueno, supongo que puede esperar unas horas más.

Julio, 19. 2017

—Creí que viajarías a México la semana pasada.

Montse me tiende una taza de té recién hecho y se acomoda en el sillón, a mi lado.

—Mamá se arrepintió porque al parecer tuvo una pelea con mi abuela— me explica.

—¿Estuvo muy mal?— inquiero preocupada.

Asiente despacio.

—Bastante. Juro que pude escuchar los gritos de mi abuela desde allá.

Poso mi mano sobre la suya.

—Lo siento. Pero ya lo resolverán, las familias pelean todo el tiempo— afirmo, dándole ánimos.

Sé lo mucho que le afecta a mi amiga que esta clase de cosas ocurran, pues todo lo que tiene es su madre y su abuela.
El padre de la chica, se marchó cuando ella apenas era una niña, y jamás ha vuelto a tomar contacto con nadie.

El Océano Entre NosotrosWhere stories live. Discover now