Veinticuatro

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Mayo, 16. 2017

Ella.

Creo que he atrapado un resfriado. El sábado por la mañana, me levanto con un dolor de garganta insoportable y la nariz completamente congestionada. Diablos. Qué buen momento para enfermarme.

He quedado con Raimundo después de comer, y considero seriamente, durante varios minutos, cancelarle. Mas me retracto, pues está un poco sensible últimamente, y se piensa que lo estoy evitando, cuando lo único que evita que lo vea, es la escuela. Y sus millones de responsabilidades.

—¡Hola!— me recibe muy animado.

—Hola.— respondo con un hilo de voz que consigo sacar.

Me he ahogado en medicamentos para poder venir.

—¿Te encuentras bien?— pregunta, una vez adentro de su hogar.

—Más o menos. He cogido gripe, creo.

—Ya veo, no luces muy bien.— apunta.

—Vaya, te lo agradezco.— respondo sarcástica.

—Solo decía.

Basta que nos acomodemos en su cama, para que me entre un sueño tremendo. Es como si mi cuerpo estuviera pidiendo a gritos reposar.

—¿Vemos una película?— sugiero, con mi cabeza apoyada en su hombro.

Frunce el ceño.

—No soy muy fanático de las películas, me aburren.

Boto aire con fuerza.

—Bueno, no sé qué más podemos hacer, porque no tengo mucha energía.

—Es que tus gustos en el cine, dejan bastante que desear.

—Entendí, no veremos nada.— confirmo.

Cierro mis ojos porque en serio me da la idea de que la habitación está dando vueltas.

Permanecemos en silencio un buen rato, tengo la esperanza de que se apiade de mi condición, y me deje dormir.

No ocurre. En su lugar, detecto sus labios rozando mis mejillas e intentando descender a mi cuello.

—Rai, de verdad me siento mal.— murmuro, todavía sin despegar los párpados.

Hace caso omiso, y continúa con su accionar.

Odio cuando no toma en serio lo que le digo.

—¡Hey!— me desplazo bruscamente hacia un extremo del colchón. —Te he dicho que estoy enferma.

Eleva finalmente la cabeza, y me mira molesto.

—¿Por qué no te has quedado en casa entonces?— suelta con dureza.

Pero qué idiota más grande.

—Porque quería estar contigo. Casi no hemos podido vernos en las pasadas semanas.

Asiente despacio.

Se hace con el mando de la televisión y la enciende en un canal al azar.

Nos sumimos en una afonía tan densa, que puedes atravesarla con un cuchillo.

Están pasando fútbol, y al final, termino por dormirme con la vista clavada en la pared.

Mayo, 18. 2017

Él.

—¿Apuntaste eso?— susurra Javiera.

—No creí que fuera importante.— niego.

El Océano Entre NosotrosWhere stories live. Discover now