Cuarenta

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Agosto, 28. 2017

Ella.

—Javiera y yo nos quedaremos estudiando luego de clases. ¿Quieres venir?— pregunta Zoe.

Introduzco mis cuadernos adentro de mi casillero y retiro el que necesitaré para la siguiente clase.

—Seguro, estudiar en mi casa no ha estado funcionando para mí últimamente— afirmo.

Ríe.

—Somos dos. Todo luce más interesante que estar tres horas sentada mirando un libro.

—Sin duda— coincido.

—¿Qué tal?— Felipe aparece a mis espaldas sonriente.

—¡Hola!— Una sonrisa gigantesca se dibuja en mi boca en cuanto lo veo a mi lado.

—Estábamos hablando de una reunión de estudio hoy, luego de clases. Eres bienvenido— comenta la chica, lanzándome una mirada de complicidad.

—Suena bien. Me sumo.

—¡Estupendo! Estaremos en las salas anexas a la biblioteca— avisa.

Asiente, en la medida que se hace con su mochila para dirigirse al laboratorio donde tiene física.

—Nos veremos después entonces— deposita un beso en mi mejilla y guiñando un ojo con picardía, se retira de la sala.

Estoy bastante segura de que me quedo viéndole marchar con una expresión boba en el rostro, porque las carcajadas de Zoe me retornan a la realidad.

—Debiste haberte visto. Ya estás perdida, querida amiga.

Él.

A la hora de almuerzo, se me antoja una pizza, por lo que abandono la escuela para ir por ella al local que se encuentra a solo dos bloques de acá.
Caigo en cuenta rápidamente, que no consideré el hecho de que este sector está repleto de oficinas, escuelas y universidades, y al parecer a todos se les ha ocurrido venir a comer justo aquí al mismo tiempo.
No me queda más opción que armarme de paciencia y aceptar que deberé tragarme la pizza en diez minutos.
Consigo salir del abarrotado lugar, antes de lo previsto, para retornar con una caja en las manos y el delicioso aroma del queso llenando mis fosas nasales.

Me posiciono en una de las mesas del patio delantero, la mayoría de la gente está reunida en grupos grandes platicando mientras comen, pero hoy me apetece un poco de soledad.
Me he estado esforzando por poner mi mente en orden, en especial en cuanto a Anna.

—¿Cómo está tu comida?

La repentina aparición de Zoe delante de mí, me sobresalta un poco.

—Estupenda— confirmo.

—Ya lo creo— toma asiento frente a mí—. Lamento interrumpir tu momento de aislamiento.

Río despacio.

—Está bien— me encojo de hombros para restarle importancia.

Despega los labios para hablar nuevamente, mas se retracta y me observa con detención.

—¿Qué sientes por Anna?— suelta súbitamente.

El trozo de pizza que estaba mascando, se va veloz por mi garganta, del puro impacto que me ha generado su duda.

Carraspeo antes de responder.

—Yo... ¿a qué viene esto?

Se acomoda en su sitio.

El Océano Entre NosotrosWhere stories live. Discover now