Lluvia

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La lluvia cae suavemente sobre sus negros cabellos, su cabeza está recostada hacia atrás del respaldo del banco encarando a un cielo gris, aun sigue esperando aunque sabe que nunca llegará, todos le dicen que lo supere, pero le es imposible, no puede dejar esos sentimientos atrás, son semanas las que lleva regresando al mismo banco en medio del parque, a pesar de saber que nunca vendrá, sigue creyendo.

La lluvia empieza a incrementarse, pero no tiene la intención de irse, solo va casa al anochecer, sus tardes enteras pasan monótonas en ese lugar, pero no puede dejarlo, su nariz empieza a picar, al parecer el resfriado que su compañera de trabajo le estaba advirtiendo era verdad, estornudo por la comezón, pero siguió en lo suyo, esperando.

Se escuchan las gotas de lluvia al chocar con el suelo, pero extrañamente la lluvia sobre el paro, abrió sus ojos con la poca esperanza que le quedaba, pero no era quien quería, era un niño de tez morena y grandes ojos azules, con un impermeable azul, paraguas y botas de caucho del mismo color, la curiosidad que mostraba en sus ojos mostraba cuán inocente llegaba a ser ese niño.

–¿Qué haces bajo la lluvia sin paraguas señor? –preguntó cortés el niño.

–Espero a alguien, solo se ha demorado un poco –mintió sintiéndose mal por sus propias palabras.

–¡Que descaro! –exclamó un niño, sacando una pequeña sonrisa al ver como aún le faltaban dientes– esa es una mala persona, ¿acaso no sabe que vas a enfermar por estar bajo la lluvia?.

–Puede ser... pero posiblemente yo lo soy un tonto por seguir esperando.

El niño sacudió su cabeza negando con exageración y frunciendo su ceño.

–¡No eres un tonto! ... solo cumples con el acuerdo, él o ella es el tonto por no asistir.

–Tienes razón, ¿crees que es mejor olvidarlo?

El niño asintió, no podía creer que le estaba pidiendo consejos de vida a un niño.

–Gracias por tus consejos, pero ¿no te enseñaron a no hablar con desconocidos?

–Sí, pero pensé que era más importante ayudarlo señor.

Keith sonrió y alboroto sus castaños cabellos.

–Eres un buen niño ¿dónde está tu familia?

–No lo sé, estaba luchando contra los galra, unos alienígenas malvados, y sin darme cuenta, no sabia donde estaba. Mi mamá me dijo que cuando esto pasara, me quedara en un mismo lugar. ¿Puedo quedarme aquí, señor?

–Solo con la condición que me digas más sobre los galra –su plan del día había cambiado, ahora acompaña a un pequeño niño hasta que lo encuentren.

[...]

–... mientras piloteaba el león azul, y lancé un rayo que congeló a todos los galra, y mi mejor amigo, el león rojo ¡los quemó vivos!, ¡así fue como acabamos con sus tropas!.

La imaginación del pequeño niño era incomparable, el peso de la realidad aún no caía sobre sus hombros. La lluvia paro de la nada, y un pequeño rayo de luz salía entre las nubes, el niño no paraba de contar historias de algo llamado Voltron y su lucha contra los malos, su lengua se enredaba por hablar tan rápido y cada que sonreía su falta de dientes era más que evidente.

Ideas de volver a ser un niño y no tener que preocuparse le taladraban la cabeza, pero era imposible, y lo sabía, debe salir adelante de alguna forma, el tiempo no retrocede para nadie, sólo avanza.

–¡Mira! ¡Ahí está! –gritó el niño corriendo a abrazar las piernas de otro castaño, como de su edad.

–¿Donde estabas? ¡Nos tenias tan preocupados! –el niño fue levantado y abrazado por el castaño.

–¡No te preocupes estuve con el señor... !

–Keith.

–¡Keef! ¡él me acompañó!

El alto moreno lo miró dudoso unos segundos, pero después sonrió de la misma manera que el niño, pero ahora con todos sus dientes en su lugar. Se acercó con el niño en brazos, y extendió su mano en forma de saludo.

–Soy Lance, gracias por cuidar de Blue.

Keith correspondió el saludo con una tímida sonrisa.

–Keith, fue un gusto, su hijo es maravilloso.

Lance rió ante el comentario y negó suavemente. Dejando confundido a Keith.

–No, él es mi sobrino, mi hermana lo dejo a mi cargo mientras trabaja fuera de la ciudad.

La lluvia volvió a caer de manera repentina, Blue abrió su pequeño paraguas al igual que Lance que cubrió a Keith con este.

–Como agradecimiento por cuidar a Blue, ¿aceptas un café?

Keith sonrió como hace mucho no lo hacía.

–¿Porqué no?



Բiɳ ɗíɑ 4

Klancetober - Pequeñas Historias Where stories live. Discover now