Vampiro

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Prólogo: Hombre lobo.

Hambre, peor enemigo de Lance, causa un fuerte picor en la encía de los colmillos y unas ganas enormes de enterrarlas en una blanda piel, sació durante años su hambre comiendo de animales pequeños o entregas de bancos de sangre, pero nunca ha probado la sangre directamente de un cuello, se ha mantenido alejado de cualquier  humano para no terminar lastimándolo, no otra vez.

Lance se mantuvo al margen de la sociedad, evitando contacto con humanos, a menos de que fuera necesario, iba a trabajar y realizaba otras actividades como un humano comun y corriente, hasta era popular en su círculo social, pero no ha formado relaciones de amigos y menos de pareja.

Un día, regresando de su jornada de trabajo, un joven de cabellera azabache agonizaba frente a su casa, se acercó a ayudarle, pero retrocedió al ver como orejas y cola de lobo aparecían de la nada, Lance estaba asombrado, nunca había vitso un "fenómeno" como él antes.

Lance se acunclilló y acarició su cabeza, al parecer estaba en plena trasformación. El hombre lobo se abalanzó sobre él e iba a morderle pero Lance tomo la medida de romperle un brazo, dejándolo inconsciente, recogió el inmóvil cuerpo entre sus brazos y entró con él a su casa, dejándolo dormir ahí.

Al día siguiente, el asustado hombre lobo, "Keith" y poco a poco empezaron a interactuar.

Los días pasaban y el brazo de Keith estaba casi sano, su naturaleza le hace curarse más rapido que cualquier otro humano, habían días en los que se veía como Keith intenta escapar, pero Lance no le deja.

Ya van semanas, Keith no se ha ido, estaba amañado en esa casa y ayuda en los quehaceres de esta, Lance no puede estar más que feliz, tiene compañía y lo ayuda a seguir adelante, justo como una pareja, pero él no quería ilusionarse.

Noche de luna llegó otra vez, ahora Lance calmaba a Keith con caricias y comida, durante su transformación parecía sufrir menos pero aun así había dolor cada vez que cruzaban miradas, pero aun así lanza gruñidos por su cercania, Lance entendía que él no quería hacerle daño los gruñidos le decían qu se alejara pero la mirada de dolor representaban que no quería estar solo.

El tiempo siguió pasando y la relación para ambos se volvió cada vez más estrecha, haciendo que alguno de los dos tuviera que declarar sus florecientes sentimientos, algo que cómicamente sucedió al mismo, tiempo, una doble confesión, con uja respuesta más que clara.

El tiempo aun sigue, y parece interminable para este par disparejo de criaturas, Keith encontró un trabajo y ahora ayudaba a Lance económicamente aún que este no se lo pedía y ahora con ese dinero extra, la nevera está repleta de montones de carne, toda para el hombre lobo y su insaciable apetito.

–¿Hoy tampoco vas a comer? –Ofreció Keith un plato de carne.

Lance negó con la cabeza y alejó el plato.

–Soy un vampiro vegetariano –bromeó Lance a lo que Keith estalló en carcajadas.

Keith se dio la vuelta y buscó más carne en la nevera, Lance desde atrás tenía la vista de su blanco cuello cubierto por algunos mechones de su rebelde pelo.

El apetito de Lance apareció y se lamió los labios, se acercó silencioso, y cuando estaba a punto de morder, interpuso su brazo y lo mordió con fuerza, soltando un quejido de dolor.

Keith se volteó alarmado y lo encontró tras de él con el brazo sangrando, lo llevó a sentarse y fue rápidamente por unas vendas y regreso a vendarlo.

–¿Qué fue lo que sucedió?

Lance no respondió, estaba pálido y sus ojeras eran notorias, miró su brazo sangrando y encontró las marcas de los colmillos.

–Tienes hambre...

Lance agachó la cabeza y apartó su brazo, con una mirada afligida.
Keith acercó su silla y se sentó justó en frente, des abotonó su camisa y la bajo hasta su hombro.

–Bebe –ordenó.

Lance no se movió.

–¡He dicho que bebas!

Tomó a Lance de la nuca y lo acercó a su cuello, sintió un leve olfateó que le puso la piel de gallina, y cerró los ojos al sentir como dos agujas se enterraban en su cuello, no era nada que no pudiera soportar.

Lance terminó de beber y se alejó con una mirada triste, en sus labios se veía un poco de su sangre.

Keith le tomó de las mejillas y lo acercó juntando frentes viéndolo directamente a los ojos.

–No creas que has hecho algo malo, solo te alimentabas y yo te ayudare con eso, tal cómo tú me has ayudado todo este tiempo –dejó un suave beso en sus labios– además me pondría celoso si descubro que estas buscando a alguien más para comer.

Lance soltó una pequeña risa y regresó el beso a Keith, que se fue profundizando hasta que Keith probó el sabor de su propia sangre a lo que se alejó.

–¡Sabe asqueroso!

–Para mí es un delicioso manjar.

–Que mal gusto tienes.

Lance sonrió y se acercó a lo que sería un beso esquimal, Keith gruñó pero se dejo mimar con el beso.

–Tengo el mejor gusto del mundo, por eso te tengo a ti.

Բiɳ ɗíɑ 22

Klancetober - Pequeñas Historias Where stories live. Discover now