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capítulo dos

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capítulo dos.
“primer paso”

Carolina.

—¿Y que onda? ¿Es lindo el departamento de Giuliano?

Termine de sacar mi celular del bolsillo de la mochila para suspirar, se me estaba por apagar.

—Si, digamos... —respondí a Candela mientras salíamos de la facultad.

Ella me mira en silencio por unos segundos y sabe lo que me molesta.

—¿Le dijiste lo de Santiago? —me pregunta con una pausa.

La miro y asiento para ver mi celular, tenía un mensaje justamente de él, Giuliano.

—¿Y que te dijo? —indaga.

—Nada, ya sabes... Que son cosas mías...

—La verdad no entiendo, tampoco es como si le hiciste algo a Sosa ¿O sí? —pregunta confusa.

Cuando alguien llega corriendo detrás interrumpiendo.

—¡Les dije que me esperen hijas de putas! —nos grita en el oido prácticamente Sol.

Candela no le da la hora y me mira esperando una respuesta.

—Dios, Cande. —suspiro acomodando las cosas en mi cabeza—. ¿Que mierda le pude llegar a hacer a Sosa?

—¿Que pasó con santiese? —pregunta perdida Soledad metiéndose en el medio de nosotras y de la charla.

Viro mis ojos ante su sobrenombre.

—Nada, que lo voy a ver más de seguido ahora que Giu se mudo, y no sé... Es un forro. —contesto segura.

—¿Forro? Pero si las pocas veces que hablamos o estuvimos, Sosa parece buenito. —se pierde Sol y se le nota en su cara.

—Bueno, pero conmigo no.

Silencio.

Escucho el suspiro de Cande y se que esta pensando en eso.

—Hablalo que se yo... —aconseja Candela—. O espera, mira como te va en estos días...

—Para mi son cosas tuyas. —aporta Sol, la miro mal—. Para mi eh...

—No sé porque pero... Siento que no le caigo bien, siento como que quiere más a la ex de Lucca. Y me molesta, osea es un pibe, si es una mina si, lo entiendo, pero no sé, ¡Dios! -suspiro frustrada—. Ya fue, no le doy más tema a esto...

—Para mi te intimida. —piensa Cande y esta en lo cierto—. Ya esta Caro, estas en el baile, baila nomas... Y sino, bueno es tu novio o Sosa. No creo que no quieras verlo a Giuliano solo por él.

—Si tienen razón, que se yo... —suspiro mordiendo mis labios.

Y recuerdo que no vi el mensaje, por suerte veo antes que se me apagué.

Mi cara y mi suspiro me delata.

—¿Que pasó? —pregunta Sole mirándome.

—Giuliano quiere que vaya al departamento, ahora.

Pero como todo el mundo me odia, mejor dicho Dios, llego afuera del edificio y mi celular ni siquiera prende, osea que no tengo forma de avisarle a Giuliano que baje para abrirme.

Me quería matar.

Pero, como toda mi vida es un jorge suspenso, un auto frena al borde y después de unos gritos de hombres, sale la persona que no quería.

Sí, Sosa.

Cuando se baja rebusca sus llaves en el bolsillo y recién levanta su cabeza para verme.

Encima más que seguro yo tenía la cara más pelotuda del mundo.

—¿Hola? —le saludo tratando de ser amigable.

Me hace ese mismo gesto de mierda de siempre. Un asentimiento de cabeza.

Y él del auto había bajado con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola. —me devuelve la palabra, bueno algo es algo—. ¿Estas esperando a Lucca?

Ladeó mi cabeza.

—En realidad, él esta arriba, pasa que mi celular se apago y no pude avisarle. —cuento y él se frena en frente mío, asiente y hace una seña con su mano.

—¿Subís? —me pregunta.

No me queda otra que asentir, así que entramos al edificio. Y yo me moría de los nervios, más al entrar al ascensor el momento mas incómodo con Santiago.

Quería hablar, sacarle tema pero no sabía de qué, así que solo me quedo callada. El en cambio me ignora y saca su celular para teclear algo.

Pero no pasa nada más, como es de esperarse, así que llegamos al piso y saca las llaves para abrir la puerta, lo primero que vemos es a Giuliano en el sofá cómodo mirando tele.

Cuando me ve se levanta sorprendido.

—¿Caro? —sonrie confuso de verme entrar con su amigo—. Estaba esperando tu mensaje boba...

Me abraza y me besa la frente, pero no puedo besarlo sabiendo que Santiago anda por ahí.

—Se me apagó el cel, no tenía como avisarte... Y Santiago justo llegó. —le comento.

En ese momento Giu mira a Santiago que le levanta la mano y se por el pasillo donde le conducía a su cuarto, supongo.

—¿Esa cara? —vuelvo a mirar al rubio, niego—. ¿Te dijo algo?

Niego de nuevo. Y por fin sonrío cuando se que Sosa esta lejos.

—Nada gordo, ¿Cocinamos algo? —cambio de tema rápidamente.

A el rubio le copa la idea porque rápidamente asiente y me empuja a la cocina.

El resto pasa como si estuviéramos solo nosotros dos en el departamento porque Santiago no aparece más y me alegra un poco, porque me incómoda estar con él, más después de confirmar que no le caía muy bien...

Duplex | Santiago Sosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora