27

2.5K 194 36
                                    

capítulo veintisiete

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

capítulo veintisiete.
“la nueva normalidad”


Pasaron tres días de aquella charla con Santiago y pareciera que no existió, mejor dicho que no existió nuestros besos.

Era como si todo volvió a la normalidad, yo con Giuliano, de nuevo a lo normal, y Sosa ignorandome un poco pero siendo amable o solo hacer cartel cuando estaba con su amigo de que no había pasado nada entre nosotros.

Y aunque no quiera admitirlo de todo, me molestaba, algo, su indiferencia. Me había sentir realmente como que no le pasaba nada conmigo y me preguntaba ¿Cómo hacían los chicos para disimularlo tan bien, al punto que pensas que lo que te dijeron es todo chamuyo? Es disimular muy bien o realmente todo lo que dijo fue mentira.

—¿Vamos a comer algo mientras mirábamos alguna serie? —me propone el rubio mientras me abraza por detrás besándome la nuca.

Aunque me parece buena idea, niego.

—No puedo, tengo que hacer sí o sí los planos. —digo recordando que ese trabajo debía entregar pasado mañana y yo ni siquiera había empezado.

—Bueno, entonces bajamos compramos algo para comer mientras haces y te ayudo.

Termino de agarrar la carpeta grande para girarme a verlo, le sonrio y agarró sus cachetes con una sola mano para juntarlos, me acerco y le doy un pico.

—Dale.

El me sonríe y besa mi frente para girarse y buscarse un buzo de arriba de su placard, mientras yo salgo de la habitación para bajar. Claramente en la habitación de Giuliano iba a ser imposible hacerlo, ya que no tenía escritorio y los planos que tenía que hacer debían estar perfectos en la primera, porque no quería estar borrándolo ochenta veces y que quede marcado igual.

Bajo las escaleras mientras que Giuliano me sigue diciéndome que iría a comprar comida a la rostiseria que había a dos cuadras del dúplex.

Dejo las cosas en la mesa y Giuliano agarra las llaves para decirme que ya volvía.

—Te amo. —me dice mirándome, sin más me da un beso.

Le sonrió y le digo “Yo también.” El rubio se me queda mirando hasta que finalmente sonríe, en ese momento se escucha el ruido de la puerta abriéndose y mi novio se gira para irse.

Miro y era nada más que Santiago quién entraba, no me mira solamente a Giuli.

—¡Ahí estás! —habla el rubio, avisandole—. Me iba a comprar algo para comer, ¿Comes con nosotros?

Ni siquiera miro y solo me siento en la silla escuchando como contestaba Santiago.

—No gracias, venía a buscar algo y me iba para lo de Cande.

Menos mal que no lo estaba mirando y solo me encargo de sacar mi cartuchera para buscar mi lápiz. Y me quedo con lo de “Cande”.

Solo escuchó como la puerta se cierra y creo que Giuliano ya se había ido, me asusto cuando unas llaves cae en el medio de la mesa provocando un ruido, levanto mi cabeza para ver cómo Santiago ya estaba en frente mío.

—¿Que tenés que hacer? —me pregunta cómo si fuera que anteriormente o mejor dicho en el día nos habíamos dicho un “hola”.

Igualmente respondo con indiferencia.

—Planos de una casa de clase media.

Dejo de mirarlo para abrir la carpeta y buscar en mi cuadernillo las medidas que anteriormente anote en clases.

—Ah, bien. —lo escucho responder y se va sin más de la sala.

Suspiro, estaba medio estúpido. Igualmente trato de que no me importe tanto su trato conmigo, por lo que leo los apuntes que había tomado del viernes con lo que me había pedido exactamente el profe de la materia y ya me quiero matar, porque si sabía le decía a Sol para que haga conmigo o mejor dicho me ayude.

Yo era prácticamente una inútil, todavía no se porque seguía poniéndole ganas o fuerza, sabía que por lo menos tres o cuatro materias no la iba aprobar, mejor dicho recursar. Inevitablemente se me vienen las palabras de mi papá diciéndome que no le haga gastar plata al pedo en esta carrera.

Es obvio que ya lo hice, porque Arquitectura no era lo que yo creía.

—¿No necesitas ayuda?

Salgo de mi burbujas para ver cómo Sosa nuevamente estaba detrás de la silla de enfrente. Observo que ya tenía puesta una campera azul, que le quedaba bien.

—Maso, Giuli me ayuda seguramente. —digo y pienso que capaz no debí nombrarlo, pero era mi novio, además antes que pase todo esto yo solía hablarlo asi—. ¿Por? ¿Vos no tenías cosas que hacer?

Santiago con la misma cara de orto ladea su cabeza pensativo.

—Igual, más te lo decía porque yo soy más inteligente que Giuliano, podría ayudarte con esos planos. —saca pecho y quiero reírme, mejor dicho se me sale una sonrisa—. Pero si estás bien, bueno...

—¿Vos no ibas con la rubia? —inevitablemente se me sale.

Obviamente no me podía callar y ocultar mi molestia por eso como la gente normal. En cambio, Santiago ahora parece que ganó porque termina sonriendo.

—¿Cande? Si, ¿Por qué? ¿Querés que le mande saludos? —me pregunta el muy hijo de puta—. Me dijo el otro día que eras linda y que hacían linda pareja con Lucca.

¿Por qué mierda me dice esto?

Además, ahora nuevamente lo estaba odiando. Más con la cara de super estúpido que estaba haciendo.

—¿Ah, si? —apenas digo, me encogí de hombros—. Igual tiene razón, decile que gracias.

Finjo una sonrisa y el que sonríe más es Sosa, aunque niega con la cabeza.

—Yo estaría de acuerdo con ella... —se expresa y se estira para agarrar la llave que tiró anteriormente—. Pero lastimosamente, no.

—Bueno, que me importa. —le contesto.

Literalmente se me salio del alma, disimulo eso volviendo mi mirada a mis cosas.

—¿Sabes que? —empieza Santiago logrando nuevamente que mi atención este puesta en el y en su cara seria—. No me iba a ver con Candela, solo le dije eso a Giuliano y porque sabía que vos estabas acá y te ibas a enojar.

—¿¡Que me voy a enojar!? —suelto riéndome—. Ja, claro claro, si si claro.

—Y ya veo como te pusiste. —se me ríe en la cara para girarse y dirigirse a la puerta—. Seguí disimulando que no te importo, o más bien ocultar que te importa otra persona que no sea Lucca.

Me deja con la boca abierta. Totalmente desubicado. Y mi reacción es defenderme y tratar de herirlo demostrando que no me importa.

—No sos el centro del mundo, amigo.

Santiago abre la puerta y antes de salir me mira por última vez con una sonrisa de maldad pura.

—Buenas noches para vos y Giuliano, amiga. —dicho eso cierra la puerta.

Y si tuviera algo al alcance se lo tiraría por la puerta, pero no es mi departamento ni tampoco mis cosas así que trato de calmarme.





Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now