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capítulo dieciséis

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capítulo dieciséis.
“olvidar”


Aclaro mi garganta y trato de ordenar lo que voy a decir para no sonar que estoy nerviosa o que estoy inventado.

—Le pregunta a Santiago si fue el... —prosigo sin mirarlo—. Si fue él que te contó lo de Beltran, Giuliano.

El rubio termina de bajar las escaleras para acercarse a nosotros con la cara dormido y perdido.

—¿Eh? —musita frenandose para mirar a Sosa perdido—. ¿Que el me contó?

Es dónde Santiago por fin se mueve, ya pensaba que se había convertido en una estatua, porque apenas si lo escuche respirar.

—¿Santiago te contó lo de Beltrán, sí o no? —miro a mi novio para cruzarme de brazos, el como negador serial niega varias veces—. Giuliano, no soy tonta.

Entonces el suelta una carcajada y me mira incrédulo.

—Pero, gorda yo nunca dije eso.

Es dónde por primera vez que bajo Giuliano miro a Sosa, este me mira con la misma cara de estar bajo presión.

—¿Se lo dijiste?

—¡No Caro! —exclama de golpe y resopla frustrado mirando a Giuliano—. No sé de qué hablas...

La que se frustra soy yo, y suspiro mirándolos a los dos.

—Se que tengo cara de idiota, pero ustedes dos —los miro y señalo—. A mí no me joden, se perfectamente que Santiago te contó y que por eso más que seguro hice el espectáculo de anoche y me parece muy de nenitos que no quieran admitirlo cuando ya lo sé.

Literalmente todos mis tornillos estaban flojos y creo que también estaba haciendo hincapié en esto para ocultar que el verdadero problema lo tuve yo al besar al amigo de mi novio.

—¿Si me lo contó...? Que no fue así... —recalca Giuliano mirándome—. ¿Qué tiene? ¿Te molesta que solo le haya parado el auto a Beltrán? O ¿Te molesta que ahora ya no te va joder más?

Es el momento de dónde quiero creer que no escuché semejante pelotudez pero el silencio me confirma que si.

—Dios... —resoplo mordiendo mis labios y miro decepcionada y enojada con el—. Sos un tarado Giuliano.

Dicho eso, me giró para irme pero la voz de el me trata de detener.

—¡Caro, no, para! —me grita rápidamente acercándose—. ¿Dónde vas?

—A mi casa Giuliano, dónde más. —suelto enojado desllaveando la puerta.

—Te llevo. —propone.

Me giró a mirarlo antes de abrir la puerta para ver que los dos me estaban mirando, niego.

—Tengo apuro. —me excuso.

Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now