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capítulo diecinueve

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capítulo diecinueve.
“creer

Carolina.

Está claro que no dormí en toda la noche, di muchas vueltas en la cama y hasta me giraba para tratar de ver a Giuliano y pensar ¿De verdad me está engañando? Y pensar en todo lo que se perdería si fuera de verdad. Iba más allá de la traición, sino en que sería de nosotros si yo lo confirmaba.

Primero capaz lo iba a matar, después lloraría ocho meses y luego seguramente iba a estar lo más bien tratando de olvidarlo con otro, lo sé, porque mi última relación fue así y bueno, ese me había cagado antes de llegar a los cuatros meses y Giuliano por lo menos lo superó, o ya ni sabía.

Cuando apenas eran las siete de la mañana salí de la habitación en silencio y con mi celular para bajar a la cocina. El departamento y todo alrededores era silencioso, así que me puse a preparar café y buscar algo de comer. Que sabía exactamente no iba a comer por el nudo de la duda que tenía.

Moleste por mensaje a Candela ni bien me levanté y esperaba que me conteste pero sabía qué tal vez se levantaría como las diez o más, más porque hoy no cursamos. Así que me opción más segura fue Sol, aunque tampoco me contestó.

Al terminar de desayunar me asusto cuando lo veo entrar a Santiago como si nada en la cocina, ni siquiera había escuchado su puerta o su caminata, aunque lo noto cuando lo veo descalzo.

—Buenos días. —me saluda igualmente bien.

Sonrió a medias, y recuerda que el puede saberlo así que decido ser buena.

—Hay café ya hecho si querés, tostadas en el hornito. —le aviso.

El pasa por detrás mío buscando su taza mientras yo debato como entrar con el tema, miro mi celular viendo que apenas eran las ocho y cuarto. Estuve casi una hora debatiendo en la cocina.

—¿Entrenas? —le pregunto, algo que ya se la respuesta.

—Si. —me contesta detrás—. ¿Vos? ¿Desde que hora estás acá?

—Madrugue. —contesto sonriendo.

Silencio. Y solo escucho como Santiago hace ruido con las cosas. Después se acerca y se sienta en el banco del enfrenté, cabe decir que nuestro acercamiento era menos, porque la isla era bastante fina.

—¿Vas a la facu? —me pregunta mirándome para después ponerle azúcar a su café.

—No hoy no.

Y me quedo sin saber que decir y el sin preguntas, observo como saca su celular del shorts que llevaba para mirarlo mientras desayuna muy tranquilo.

Observo que no estaba muy peinado, por lo que deduzco que todavía no se había arreglado. O capaz apenas entro al baño.

—Santi. —comienzo y el me presta atención.

Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now