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capítulo treinta y cinco

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capítulo treinta y cinco.
“una verdad más.”


Me quedo tan metida en esa revelación que me dió Giuliano que me olvidé que terminamos.

—Si... No me dijo Candela, anda a saber por qué... —carraspeo haciendo que no me duele en cierta parte.

Yo podría estar dejando aca a Giuliano por un chico que puede estar en algo con mi amiga. Pero no podía, quería, creer, menos de Candela, era la que más me jodía que deje a Giuliano por Santiago.

¡Ya no sabía que pensar!

—Bueno, creo que me tengo que ir... —avisa Giuliano y se produce un silencio largo.

Segundos largos después asiento y me atrevo a hablar.

—Te acompaño... —digo para levantarme del sofá donde llore minutos antes.

Espero que Giuliano se levanté y tome sus llaves y celular para acompañarlo a la puerta. Y me encuentro con que no quiero abrirle la puerta, me giro para ver qué Giuliano esperaba que le abra la puerta y me mira confuso.

—Prometeme que vas a estar bien. —me sale decirle, el sonríe a medias y es una sonrisa fingida, que me rompe el corazón—. Si algún día necesitas ayuda o solo compañia estoy, lo sabes Giu.

Observo como traga saliva y asiente varias veces mirando hacia la pared.

—Si, sé. —murmura para recién mirarme—. Vos también sabes que estoy para lo que sea Caro.

Se acerca y pone su mano en mi mejilla, no me molestó en sacarlo porque no es molesto, y porque puede ser el único gesto que tal vez tengamos.

—Pero de algo no me podés sacar. —advierte sonriendo y sonrío porque seguramente es una boludez.

—¿De que? Escucho. —sonrio y el también.

—De tu cumpleaños en unas semanas, porque ya te compré tu regalo. —me comenta y me quedo sin saber qué decir y me siento mal nuevamente—. Por lo menos déjame que te saludé ese día...

Me río y asiento, me siento la peor de todas, así que no podía negarle eso, además que quería que sigamos siendo algo... Amigos.

—Esta bien Giu. —contesto y su abrazo me calla.

—Cuidate mucho, por fa. —me habla mientras acaricia mi espalda y asiento abrazándolo fuerte—. Te amo, Caro.

Y el abrazo se va deshaciendo se pone frente a frente para mirarme y me pone nerviosa porque yo ya no podía decir más nada, no ahora.

—Te voy a extrañar mucho. —vuelve a repetir mirándome con los ojos lagrimosos.

—Yo a vos. —respondo siendo sincera.

La comisura de la esquina de los labios de Giuliano se elevan y su mano nuevamente está en mi mejilla, hasta que se acerca para saludarme con un beso en el cachete que lo cumple, pero al querer hacer lo mismo con el otro cachete, su labio roza los míos y se percata quedándose mirándome. Y no sé cómo podría describir aquel momento... Porque nos terminamos besando.

Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now