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capítulo seis“llevarse bien”

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capítulo seis
“llevarse bien”


Carolina.

Término de darme una ducha para volver a la habitación de Giuliano, donde ya no se encuentra y supongo que estaría abajo pero igual no le tomó mucha importancia e intento vestirme.

Tuve un día pesadisimo, comenzando la mañana con una fuerte discusión con papá siguiendo porque dos colectivos habían pasado de largo, terminando de llegar tarde a la facultad y no poder prestarle atención a nada, tuvimos un desacuerdo con una amiga y chocamos, por lo que ahora estábamos en un especie de tiempo. En fin, un medio día horrible, mi animo subió cuando me di cuenta que tenía un mensaje del rubio que decía que estaba esperando fuera de la facultad y así fue.

Venimos a su departamento, estábamos solos por lo que tuvimos tiempo de mimarnos un poco y terminar por bañarnos juntos, donde agradecí en serio que Santiago no haya llegado en el medio, porque a pesar que sabía que su amigo estaba conmigo y que empezábamos a “llevarnos” para mi era incómodo tener que verlo de seguido, además se notaba que el chico intentaba a duras llevarse conmigo, pero se le veía un poco más sincero que antes.

Contando que yo había un poco mucho para llevarme más con él, como hablarle, sacarle temas y esas cosas cuando quedábamos apenas cinco minutos solos.

—¡Caro! —la voz de Giu se escuchaba desde abajo.

Me apresure en sacarme el pelo y ponerme un buzo canguro de él para bajar solo en short, ya era tarde y no iba a estar poniéndome jeans solo para bajar. Bufé al ver la toalla mojada que uso Giuliano, porque le había dicho miles de veces que no lo deje en la cama, pero no le quedaba claro por lo que se veía, tome su toalla y la que había usado para bajar.

La sala estaba vacía y silenciosa por lo que deduzco que seguíamos solos en el departamento. Después de colgar las toallas en la parte del balcón busco a Giuliano en la cocina, donde lo ubico sacando cosas de la heladera.

—¿Vas a cocinar? —pregunto sorprendida.

Él no era fan de hacerlo. El rubio se gira a mirarme dándome cuenta que no se había puesto ninguna remera.

—Así es... —confirma, sonrío grande y camino para abrazarlo.

—Te vas a enfermar boludo. —le aviso acariciando su espalda fría, arrugo mi nariz—. Esta fresco afuera y acá adentro también...

—Ya estoy acostumbrada Caro. —se ríe y besa mi frente—. ¿Me ayudas?

Me alejo y lo miro asintiendo.

—¿En qué?

—¿Cortas la cebolla? —pregunta entrecerrando un ojo y no puedo evitar reírme, asiente y añade en un tono gracioso—. Sabes que es porque nunca corto una y me hace llorar mucho...

Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now