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capítulo veinte

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capítulo veinte.
“la verdad”

Carolina.

Mire por quinta vez mi celular dándome cuenta que ya eran las ocho y diez de la noche y que Soledad ya se había retrasado bastante. Estaba en la entrada de Mostaza esperando a que mi amiga se digne a venir y con mi estómago haciendo ruido por el hambre que tenía.

Y me desesperada conforme que pasaban los minutos porque el lugar se iba a ocupando y nosotras nos quedaríamos sin uno. Estaba totalmente segura que esto pasaba porque ella se había quedado con su chico boludeando y se colgó de mí.

Mi celular empieza a vibrar y lo atiendo rápidamente pensando en mi amiga.

—¿Dónde estás? —suelto sin más.

—En el departamento. —contesta y larga una carcajada—. ¿Por qué? ¿Dónde me querés?

Viro mis ojos al darme cuenta que era Giuliano el que llamó.

—Estoy esperando a la tarada de Sol hace casi media hora. —me quejo con el al teléfono caminando un poco para no desesperarme más.

—¿No que tenía que hacer un trabajo de la facultad? —cuestiona.

—Y si, íbamos a comer algo y después ir a casa a hacer el trabajo aprovechando que no está mi viejo. —le comento y cruzo mi brazo libre—. ¿Y vos, no eras que estabas con tu mamá? ¿Qué haces llamándome?

No era que me molestaba que mi novio llamará, sino que me llamaba cuando yo estaba concentrando mi odio en Sol.

—Ah... Y no, no te dije que iba a estar con mi mamá gorda. —contesta y se ríe el—. Estoy en el departamento, solo... Y te llamé para ver cómo ibas con eso y si querías venir a dormir conmigo, porque te extraño. ¿Vos no?

Dejo de lado a mi amiga y todo el discurso (puteada) que le iba a dar cuando llegara para enfocarme en la pregunta de Giuliano.

—Bobo, si te extraño, mucho. —digo sincera.

Y si, con Giuliano no nos veíamos hace dos días, y era más por esto. Hacer trabajos a últimas horas, mientras que el estaba libre o pasaba tiempo yendo a comer a lo de su mamá para no cocinar con el, que según me contó últimamente estaba solo, porque Santiago andaba pasando la noche fuera del departamento, no es que eso me molestará pero quería contarlo nada más.

—¿Entonces...? —pregunta alargando la s. Y escuchándolo así quiero irme ya y dejar plantada a mi amiga, pero no podía.

Duplex | Santiago Sosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora