31

2.9K 195 20
                                    

capítulo treinta y uno

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

capítulo treinta y uno.
“un pedido”


Carolina.

No hace falta decir que aquella noche tuve que cancelar a Santiago con dolor en mi alma, aunque cuando le conté que estaba Giuliano, básicamente fue el que dijo pasar otro día, ya que no quería problemas con el rubio.

Y de nuevo estaba en la misma, aguantando que todo estaba bien después de aquel día, de nuevo en el dúplex fingiendo que no había pasado nada y que Giuliano y yo seguíamos siendo los mismos de siempre. Y me preguntaba ¿En serio Giuliano no se daba cuenta de mi distancia o lo seca que era?

Al parecer no, cuatro días paso y él ni siquiera lo notó. En cambio, Santi lo entendía, hablábamos en códigos cuando nos cruzamos en el departamento como hace 15 minutos que entró algo cansado del turno tarde de su entrenamiento.

Ahora, estaba sola en la sala haciendo zapping en la televisión en busca de algo que me entretenga mientras que Giuliano había bajado a hablar con su papá, de algún tema que todavía no me había contado. El golpe en la puerta me hace pensar que es él, pero descartó esa idea al saber que el bajo con sus llaves, así que por más que no tenga ganas me levanto del sofá con la paja del mundo para abrir la puerta.

—¡Hola! ¿Carolina era no?

La sonrisa simpática de la rubia me deslumbra un poco y rápidamente dejo mi cara amarga para sonreír a medias.

—Hola, sí. —rio un poco incomoda.

Le doy un vistazo rápidamente que llevaba indumentaria deportiva, con un bolso grande que podía distinguir como alguien que juega hockey, también uno mini en su manos.

—¿Santi está, no? —me pregunta.

Ladeó mi cabeza recordando que no salió más de su habitación o del baño.

—Ehhh creo... que se está bañando. —contesto insegura.

La rubia frunce un poco su ceño pero hace un mohin y niega rápidamente.

—Bueno no importa, ¿Te lo dejó a vos? —cuestiona y señala el bolso que tiene bajo su brazo—. Se olvidó está tarde en casa, y seguramente mañana lo tiene que usar...

Me explica rápidamente y entiendo que Santiago todavía se veía con ella, no me molesta ni me enoja porque puede hacerlo, pero simplemente no lo pensaba.

—Yo ya me tengo que ir, porque estoy apurada y...

—Si, no hay problema, yo le pasó. —finalmente sonrió con una sonrisa apretada para agarrar el bolso.

—¡Gracias! Bueno, eso era. —dice rápidamente y levanta su mano retrocediendo—. Nos vemos en otro momento, chau.

—Chau —se me sale más con un susurro para después cerrar la puerta.

Duplex | Santiago Sosa.Where stories live. Discover now