37

3K 188 18
                                    

capítulo treinta y siete

К сожалению, это изображение не соответствует нашим правилам. Чтобы продолжить публикацию, пожалуйста, удалите изображение или загрузите другое.

capítulo treinta y siete.
“una reacción inesperada”


Me quiero mover de lado pero me encuentro con una pared así que abro los ojos notando como la luz del día ya entraba por las cortinas negra que igualmente no servía en la habitación para tapar la luz justamente. Observo en el piso la bermuda de Santiago y caigo, muevo mi cabeza de lado para ver como el dormía como un bebé abrazado a mi.

Por esa razón no podía moverme, claro.

Sonrio porque fue unas de las mejores noches en mucho tiempo y porque había dormido tan bien que no recuerdo cuando fue la última vez que lo hice así. Así como puedo (poco) me giro para quedar mirándolo.

Observo cada detalle de su cara, pecho, brazos que me rodeaban, noto que tiene apenas unos... tres lunares en total parte del torso para arriba y admirandolo así lo confirmó, me encanta Santiago, demasiado, como no pensé que pasaría.

La verdad es que me quedaría toda la mañana, día, mirándolo dormir pero eso no se puede cuando se mueve y empieza a frotarse los ojos para después la frente, observo como me mira serio ni bien abre los ojos, pero relaja su ceño al reconocerme, creo.

—Hey... —murmura ronco y aclara su garganta, pasa la mano por su cara, me mira y sonríe—. ¿Qué haces mirándome?

Me río y no logro contestar porque el vuelve a hablar.

—¿Estaba hablando dormido? —se pregunta en alerta, niego, pero el ignora eso—. A veces lo hago cuando estoy muy cansado...

—No... —contesto y beso la punta de su nariz—. Solo veía lo angelito que sos cuando dormís.

Su sonrisa de costado me llena el corazón y aprieta con su dedo mi nariz.

—Siempre soy un ángel.

—Permitime discutir eso. —comento en broma.

Y el suelta la primera carcajada del día. Y se acerca a darme un beso.

—Dormí muy bien con vos. —me cuenta mirándome o mejor dicho examinando mi cara.

Seguro hacía lo mismo que yo cuando el dormía, aunque él era más lindo a luz del día, mejor dicho de la mañana.

—Tenes pequitas... —menciona Sosa haciéndome volver a prestarle atención, sus dedos toca mi nariz—. Son lindas.

La sonrisa de nene que hace me hace sonreír a mí también y sentía que todo lo que hacía me iba a afectar de igual manera u otra ahora, me sentía como una chica que se enamora por primera vez.

Lo que causaba Santiago Sosa.

Deja de mirarme para prestar atención detrás mi, entonces cae.

—¡Ah! ¿Que hora son? —se alarma rápidamente para esperar que yo levanté mi cabeza y se gira para buscar su celular que marcaban las 9—. Dios, si tengo que ir para lo de mi papá...

Duplex | Santiago Sosa.Место, где живут истории. Откройте их для себя