Capítulo 4

24.2K 3.7K 478
                                    

NHOR

Estoy rodeada. Cuatro lobos de gran tamaño me arrinconan contra una pared rocosa. Frente a mí, un lobo de brillante pelaje plateado le gruñe a su compañero de capa rojiza cuando éste trata de avanzar en solitario en mi dirección. A su derecha, los otros dos perros rabiosos, una hembra de manto color canela y un macho de pelaje oscuro, muestran sus dientes mientras gruñen en advertencia.

Extiendo mis manos sobre la rugosidad de la piedra y presiono mi espalda contra su fría superficie. Los lobos clavan sus garras profundo en la tierra húmeda que se aplasta bajo su peso y esbozo una media sonrisa.

— Vamos, perro — provoco al lobo bañado en plata, que parece ser el líder de este pequeño grupo. Sus ojos verdosos brillan con rabia ante mis burlonas palabras —. ¿A qué estas esperando?

Inmediatamente después, él emite un fuerte gruñido que hace vibrar la tierra bajo mis pies y los cuatro lobos se lanzan hacia mí al mismo tiempo. Sonrío complacida ante su movimiento cargado de inteligencia. Por separado hubiesen sido fáciles de derrotar mientras que juntos suponen un reto y, tal vez por eso, éste no habría dejado al inquieto lobo de pelaje rojizo atacarme con anterioridad.

Me agacho rápidamente y con las palmas todavía sobre la pared de rocas me impulso hacia delante. Caigo al suelo y me deslizo sobre la tierra con el lateral de mi cadera como punto de apoyo. Los lobos se elevan sobre mi cabeza y caen al otro lado cambiando así de posiciones. Ahora son ellos los que se encuentran contra las rocas mientras que yo tengo el bosque a mi espalda, una vía de escape que sin dudar elijo tomar, pero la loba de color canela anticipa mis movimientos y se lanza de nuevo sobre mí. Sus fauces se cierran alrededor de mi antebrazo derecho y sus dientes se clavan profundo en mi piel, atravesándola con facilidad y alcanzando el músculo.

Siseo con fuerza al sentir el dolor de su mordida. La sangre comienza a brotar tiñendo sus blancos dientes de rojo y la tierra a mis pies. Estoy a punto de lanzarla lejos cuando otro lobo cae encima de mí derribándome sobre el suelo. Sus ojos anaranjados me devuelven la mirada y su cola terminada en blanco se eleva sobre nosotros mientras sus garras me mantienen atrapada. Su cálido aliento golpea mi rostro cuando sus afilados dientes se aproximan peligrosamente. Sin embargo, permanezco mortalmente quieta a pesar de que los dientes de la loba rasgan mi brazo con saña. El dolor me inunda, pero lo ignoro y, entonces, me río.

— ¿De verdad creíais que iba a ser tan fácil? — hablo entre carcajadas —. Ilusos.

Dicho eso, contraataco. Con una brusquedad abrumadora giro mi cuerpo, me apoyo con mi brazo libre sobre la tierra y hago virar mis piernas de forma violenta arrastrando al lobo de pelo oscuro conmigo. Su gran cuerpo es lanzado contra el tronco de un árbol y tras emitir un dolorido gemido por el impacto queda inmóvil junto a su base arraizada. A continuación, me incorporo ligeramente y atrapo a la loba con mi brazo. Rodeo su cuello mientras continúa clavando sus dientes en mi carne y comienzo a apretar. Sus ojos se amplían ligeramente al darse cuenta de la posición desventajosa en la que se encuentra. Ella misma se ha atrapado dificultándose el poder alejarse. Trata de soltar mi brazo sangrante, pero se lo impido constriñendo su cabeza contra mi pecho. Mi ropa se mancha de rojo mientras la loba trata de zafarse de mi asfixiante agarre. Entonces, cuando está a punto de perder el conocimiento, la suelto y dejo que caiga al suelo. Ella permanece tumbada con la boca abierta tratando de recuperar el oxígeno que ha abandonado sus pulmones.

Dos fuera, aunque todavía quedan otros dos.

El lobo de pelaje plateado tiembla de ira al ver a sus dos compañeros derrotados y el otro, de capa similar a la tonalidad tostada de las amapolas, gruñe desesperado mientras me atraviesa con la mirada.

Los Ojos del Hielo © #4Where stories live. Discover now