Capítulo 27

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RYKER

Dejo que la mayor parte de mi peso caiga sobre mi pierna derecha y con los brazos cruzados frente a mi pecho bajo la mirada hasta el cuerpo inconsciente de Nhor. Los rayos del sol, que hace ya un rato brillan sobre el horizonte, iluminan su piel pálida teñida por la sangre de heridas ya sanadas y de otras que parecen no querer cerrarse. El único movimiento que se percibe en su cuerpo es el de su pecho que sube y baja a una velocidad algo lenta. <<Así que... respira>> pienso. Después suspiro. <<Por desgracia>>.

— ¿Puedes repetirme otra vez porque deberíamos dejar pasar está gran oportunidad de deshacernos de ella? —pregunto malhumorado y enfrento a Amara que me lanza una mirada mordaz.

— Si Nhor no hubiese intercedido, Leah ahora estaría muerta — su voz es firme y segura cuando repite las palabras que yo mismo le he transmitido antes y que pude percibir del extraño comportamiento de la loba de color canela más temprano.

Todos en el territorio de los lobos habíamos escuchado ese extraño sonido reptiliano seguido de un aullido sacado de las profundidades del averno. Cuando llegué al lugar de donde procedía, Zero ya se había marchado dejando atrás a una Nhor inconsciente y a cuatro lobos que la rodeaban de forma protectora. El hecho de que el monstruo se hubiese marchado sin matarlos a todos todavía nos resultaba inentendible.

Los lobos no nos comunicamos mediante palabras como los humanos sino a través de sonidos, miradas y expresiones corporales. Así que cuando he tratado de acercarme al cuerpo de Nhor, bajo el que se había formado un charco de sangre, y Leah se ha interpuesto en mi camino, no ha hecho falta mucho más para averiguar qué es lo que había pasado.

— Se habrá tropezado con una piedra o algo así... —murmuro —. Me cuesta creer que Nhor haga algo tan desinteresado.

Amara flexiona las rodillas y se agacha junto a Nhor, quien permanece con los ojos cerrados y expresión congelada. Después comienza a aplicar pequeñas cantidades de un maloliente ungüento sobre sus heridas. Recuerdo que hace ya demasiados años, esa misma mezcla de hierbas y agua clara, fue empleada por Vhalo para tratar los profundos surcos que mis afiladas garras dejaron en sus brazos. El recuerdo me hace apartar la mirada de la escena.

Varios minutos más tarde, Amara se detiene a mi lado.

— ¿En qué piensas, Ryker? —pregunta dando un suave toque con sus dedos en mi antebrazo para llamar mi atención —. Has estado muy callado.

Dejo de mirar la pared de piedra de una de las galerías que conforman la guarida de los lobos y observo sus ojos oscuros. Cuando Vhalo decidió convertirla en su compañera dándole así parte del liderazgo de la manada, pensé que había perdido la cabeza. Sin embargo, hace tiempo que abandoné ese pensamiento. Mucho antes siquiera de haber descubierto que yo era un Cambiaformas.

Ella se preocupa por cada uno de nosotros y hace todo lo posible por mantener el acuerdo de paz que existe entre los humanos y la manada. Sin ella, nada de esto hubiese sido posible.

— Estás haciendo un buen trabajo

Amara parpadea sorprendida ante mis palabras. Supongo que es algo que no esperaba escuchar de mí. Sus labios se separan con la intención de decir algo, pero se lo impido cuando la aparto a un lado de forma algo brusca y observo confuso el espacio vacío en el que antes estaba Nhor.

— ¡Mierda! —exclamo —. ¿Dónde está?


MILO

Las horas pasan y la falta de noticias sobre Nhor mantiene mis nervios a flor de piel. La noche ha caído de nuevo y están muy cerca de cumplirse 24 horas desde su desaparición y a pesar de que me digo una y otra vez que ella está viva, una pequeña vocecita en un recoveco de mi mente no deja de susurrar que tal vez esté equivocado. Ignoro la voz, pero cada vez se escucha más alta y al final acabo lanzando el vaso de agua que sostenía entre mis dedos contra la pared de la cocina. Mi respiración es agitada mientras observo como las gotas se deslizan por la pared y los pequeños fragmentos de cristal caen sobre el suelo.

Los Ojos del Hielo © #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora