Capítulo 36

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RYN

No soy alguien que cometa el mismo error dos veces. Así pues, cuando Jay se precipita en su forma de halcón sobre el suelo y el familiar pitido alcanza mi mente, sé que realmente no lo estoy escuchando yo, sino que es él quien lo está proyectando. Inmediatamente, cierro mi mente. Imagino enormes muros que se alzan a mi alrededor, impenetrables y tan gruesos que el sonido rebota contra ellos. Es como si apagase mi habilidad algo que he estado practicando durante los últimos días.

Jay es incapaz de mantener su forma animal y de repente cambia. Su respiración es superficial y rápida mientras coloca ambas manos sobre sus orejas. A pesar de la intensa oscuridad que invade el bosque suelto la linterna con la iluminaba el camino y me aproximo al chico de brillante cabello rubio.

— ¡Jay!

Le ayudo a incorporarse ligeramente y sentado con su espalda apoyada contra el tronco de un árbol, pero sin apartar las manos de sus oídos, él separa sus párpados y con los ojos entrecerrados susurra:

— Sigue adelante. Hacia... el territorio de los lobos — parece como si pronunciar cada una de esas palabras le supusiese un gran dolor y la preocupación se incrementa en mi pecho —. Ahí es a donde se dirigían.

— ¿Y qué pasa contigo? No puedo dejarte aquí tirado

Jay niega con la cabeza.

— El sonido es demasiado intenso — dice y lo creo cuando su expresión se contorsiona —. Apenas puedo hablar, mucho menos moverme. Vete —insiste —. Estaré bien.

No me gusta dejarlo aquí, sufriendo y vulnerable, pero tengo que seguir adelante. Si hay algo que pueda hacer por ayudar a mi familia y a mis amigos debo intentarlo. Así que me levanto y doy varios pasos atrás.

— Mantente a salvo, Jay — le pido antes de echar a correr en dirección al territorio de los lobos.

No pasa demasiado tiempo hasta que escucho gritos y, después, los primeros disparos. No quiero ponerme en lo peor, pero el optimismo comienza a escurrirse entre mis dedos. A lo lejos veo una luz brillante que se cuela entre el estrecho tronco de los árboles y me lanzo hacia ella. Cegada por su intensidad coloco mi brazo frente a mi rostro y salto dejando las sombras atrás. El horror me llena cuando descubro la escena frente a mis ojos. El pelaje de mi padre, blanco como la nieve, está manchado de sangre. Mi madre está gravemente herida. Milo ha sido capturado por unos hombres con pasamontañas y lo mantienen reducido fuertemente contra el suelo. Ryker, en forma humana, trata de ponerse en pie, pero su rostro muestra el intenso sufrimiento que está padeciendo. Nhor es un ovillo sobre la tierra y, después, está Zero. Jamás había visto una criatura como esa. Es como una mezcla entre un lobo, un murciélago y un reptil. El nombre de "perro del infierno" no podría estar mejor elegido.

El perro del infierno eleva su mortífera cola con la clara intención de acabar con Nhor mientras los cazadores le disparan sin descanso. El ruido y el caos es devastador. Entonces, grito. Grito porque no sé qué otra cosa hacer, pero nadie me escucha, nadie me ve. ¿Quién se percataría de una chica de apenas trece años en aquel lugar?

De repente, una idea me golpea. He visto tantas veces a Nhor usando su poder en la taberna. Convenciendo a algunos borrachos de que no la habían visto... Ella siempre toma una corta inspiración y, después, deja que su voz se impregne de una extraña y melosa tonalidad. Sé que mi habilidad no es igual que la suya, pero ¿y si pudiese hacerla funcionar del mismo modo? El problema es que cuando trato de hacerlo, los muros que fortificaban mi mente se desmoronan y el agudo sonido que está afectando a los Cambiaformas que me rodean penetra en mi mente. Ya lo había escuchado antes, pero sin duda ahora está a un volumen abrumador. Me quedo paralizada mientras agarro mi cabeza con ambas manos, al igual que lo estaba haciendo Jay. Trato de volver a levantar los muros, pero me resulta imposible concentrarme lo suficiente como para colocar los primeros bloques de su estructura.

Los Ojos del Hielo © #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora