Capítulo 33

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VHALO

Maldita sea. Apenas me ha tocado y estoy sangrando terriblemente. La cola de esa criatura es tan afilada que un solo roce basta para seccionar mi carne en dos. Por suerte, el dolor es soportable, así que ignoro la sangre caliente que brota de la herida y me posiciono a una distancia segura.

Los humanos se han bloqueado después de darse cuenta de que sus armas son inútiles, por lo que los únicos que tenemos una mínima oportunidad de enfrentar a Zero somos Nhor y yo. Ella ya ha intentado agarrar a Zero en su forma de serpiente y ha recibido una grave quemadura por ello. Sin embargo, como había escuchado, su acelerada capacidad de curación ha actuado limpiando todo rastro de su mano. Ahora vuelve estar lista para luchar y su mirada me atraviesa como si pensase lo mismo que yo. Actúa, parecen decir sus fríos ojos plateados. Actúa rápido. Tal vez no haya confianza entre nosotros y no nos conozcamos desde hace mucho, pero ambos sabemos que si no hacemos algo pereceremos aquí. Sin ningún aviso o señal intercambiada, ambos nos movemos al mismo tiempo. Ella necesita una abertura y yo se la voy a dar.

La tierra se separa bajo el peso de mis afiladas garras creando profundos surcos y el polvo se eleva cuando emito un gruñido ensordecedor. Todo mi cuerpo gira acompañando al grave sonido que asciende por mi garganta como si fuese una llamarada a punto de estallar. Las enormes orejas del perro del infierno se mueven en mi dirección y después las sigue su cabeza, que permanece hacia abajo y mirando al suelo. Eso es raro, pienso por un momento, pero no tengo demasiado tiempo para procesarlo porque entonces Nhor se agacha, flexiona sus rodillas hasta que las puntas de sus pálidos dedos alcanzan la tierra y cambia. Se transforma en una pequeña serpiente de color blanco, tan clara como mi propio pelaje y sale disparada hacia delante.

Para mantener su atención decido atacar. Acortando el espacio que nos separa y esquivando la cola, que Zero vuelve a ondear en mi dirección, me lanzo a su cuello con las fauces bien abiertas. Sus escamas son tan duras que apenas consigo clavar mis colmillos y el único daño que consigo hacerle son unas rozaduras superficiales, como cuando rayas una piedra con un trozo de hierro.

Sigo anclado a su cuello cuando Nhor, rápida como un rayo, se enrolla alrededor de su extremidad anterior izquierda y asciende hasta la cima de su cabeza. Sin perder el tiempo y a diferencia de mí, consigue clavar sus diminutos colmillos envenenados en la zona posterior de la oreja del perro del infierno, donde sus escamas desaparecen bajo la piel. Repentinamente, Zero se congela. Tan quieto que parece una estatua, una gárgola inmóvil sobre la cornisa de un antiguo edificio. Hasta su respiración parece haberse detenido, pero la pausa apenas dura unos segundos de incertidumbre pues poco después estalla en una oleada de rabia sin parangón. Todo su cuerpo se sacude con tanta fuerza que Nhor y yo somos incapaces de sostenernos y somos lanzados lejos. Nhor al ser más pequeña vuela más lejos golpeando duramente el tronco de un árbol. El estruendo arranca un doloroso jadeo de Milo que se dirige hacia Nhor, cuyo cuerpo adquiere forma humana cuando cae sobre la tierra. Parece que la inconsciencia no consigue atraparla y yergue su cabeza. Milo se arrodilla a su lado y la ayuda a apoyar su espalda contra el árbol. De repente, ella tose y la sangre brota a través de sus labios. Milo parece terriblemente preocupado mientras borra la sangre que gotea por su barbilla con ayuda de sus dedos, pero Nhor sonríe ligeramente en su dirección y él suspira con alivio.

Por otro lado, yo no tengo tanta suerte e impacto contra la tierra a apenas un par de metros de la criatura que rápidamente gira su cabeza en mi dirección. Aunque trato de levantarme y alejarme, no soy lo suficientemente veloz y me ensarta con su cola. Su afilada punta se clava profundamente en el lateral de mi cuello y el intenso dolor que siento no se puede comparar al de antes. La sangre brota, pero no tanta como cabría esperar por la localización de la herida. Dentro de lo malo parece que mi yugular ha salido ilesa. Zero tira hacia atrás y la cola sale de mi carne con un movimiento brusco que me roba el aliento.

Los Ojos del Hielo © #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora