Capítulo 17

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NHOR

Cuando Milo sale del baño para ir a ver quién ha tocado al timbre, me acerco al lavabo y me quedo mirando mi reflejo en el espejo.

— ¿Por qué mierdas estabas actuando como un ratón sumiso, Nhor? —me pregunto a mí misma realmente cabreada, no por el hecho de que casi nos hayamos besado sino porque me he quedado ahí quieta sin hacer o decir nada... sólo esperando y esa no soy yo —. Eres una maldita serpiente. Una depredadora. Actúa. Como. Tal.

Sí, porque a pesar de que las palabras de Milo puedan tener razón y toda mi personalidad haya sido construida como un arma de defensa, lo cierto es que me gusta como soy. Tal vez no tenga que ser de ese modo todo el tiempo y con todo el mundo, pero no tengo la intención de cambiar.

Entonces, escucho los gritos en la planta de abajo y antes de descender las escaleras me deshago de la chaqueta que tan solo me había puesto para tratar de ocultar mi identidad, aunque por lo que mis oídos están captando parece que ya no va a ser necesario.

Milo está tan cabreado y frustrado cuando Amara se marcha que me encuentro a mí misma preguntándole si está bien, lo cual es bastante inusual por mi parte pues por lo general no me importa el estado de ánimo de los humanos que me rodean. Además, creo que él tiene derecho a estar enfadado. Después de todo y por lo que he entendido de su conversación (además de lo que Dana me ha contado en la taberna), Milo mintió por ella e incluso se puso en peligro en el pasado debido a la confianza que estúpidamente le entregó. Ahora él solo busca un poco de comprensión por parte de Amara, pero parece que ella no está dispuesta a dársela tan fácilmente.

Ah, dicen que el amor es ciego y tal vez tienen razón porque solo un humano enamorado puede meterse en tantos problemas para agradar a esa persona "especial".

Parada frente a Milo, quién aprieta los puños contra sus piernas y cuyos intensos ojos verdes brillan con ira, un pensamiento cruza por mi cabeza: << Tal vez deberías probar a besarlo a él. Algo me dice que el resultado del experimento sería completamente diferente al de la última vez >>.

A pesar de lo disparatada que me había parecido la idea de Dana, no puedo quitarme su sugerencia de la cabeza. ¿Podría tener razón?

Su cercanía, así como la intensa calidez que desprende su duro torso desnudo han despertado un ansia tan desconocida en mi cuerpo que en el momento en que nuestros labios se encuentran, mi boca se abre dejando que su lengua se encuentre con la mía. Un fuerte hormigueo se distribuye por mis extremidades causando que mi respiración se vuelva rápida y superficial. El húmedo beso es tan hambriento que me aferro al cuello abierto de su camisa. Su espalda se endereza ligeramente mientras sus dedos se clavan en mi cadera.

— Maldita Dana —murmuro cuando nuestros labios se separan por un segundo.

Milo esboza una pequeña sonrisa con sus labios todavía rozando los míos y, entonces, sus ojos se clavan en los míos y hace una sencilla pregunta.

— ¿Eso significa que beso mejor que ella?

Separo mi rostro levemente para poder mirarlo mejor y mi ceño se frunce.

— ¿Lo sabías?

— Claro —responde él tras reírse suavemente. Después, se inclina hacia mí para dejar un pequeño beso sobre mis labios y vuelve a separarse —. Dana me lo cuenta todo.

Sus manos comienzan a ascender por mi espalda hasta alcanzar las puntas de mis cabellos y el vaivén de sus dedos entre los blanquecinos mechones hace aparecer una espesa neblina en mi cabeza.

— Espera. Entonces, lo del huevo...

— Ah, sí —responde él ampliando su sonrisa —. Eso también.

Los Ojos del Hielo © #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora