Capítulo 30

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NHOR

Ojos cerrados. Imágenes en mi cabeza. Chaquetas de pana. Camisas de cuadros. Escopetas. Cuchillos... Cazadores. Los nervios se sienten en el ambiente, se escuchan en el retumbar de sus corazones y se olfatean en el sudor frío que recorre sus sienes. Desde mi posición, sentada sobre el capó de un todoterreno junto al límite del bosque, percibo sus conversaciones inquietas, sus ganas de salir corriendo en la dirección opuesta y sus dudas. Otro pocos, exaltados, sienten la emoción de la cacería.

En ese momento, un rostro conocido invade mi mente y al abrir los ojos descubro a Milo parado frente a mí con su cabello castaño despeinado por el viento. Una de sus manos se posa sobre mi zapatilla apoyada en el guardabarros del coche. Sin ser consciente de ello, sus dedos comienzan a juguetear con los cordones blancos mientras habla.

— ¿Algo digno de contar? —pregunta él con una ceja elevada sabiendo que estoy escaneando la zona.

Niego con la cabeza.

— No. Solo carnada.

— Nhor

— ¿Qué? — pregunto fingiendo inocencia —. Es la verdad.

Milo suspira, pero no se molesta en discutir conmigo. Sabe que la única razón por la que estoy aquí es por él, algo que incluso a mí todavía me cuesta comprender. Entonces, alguien lo llama robando su atención lejos de mí. Los cordones de mis zapatillas se deslizan fuera de sus dedos y se dispone a marcharse, pero lo agarro de ambas solapas de su chaqueta vaquera y tiro de él. Después, presiono mis labios sobre los suyos en un beso lento y más casto de lo que me gustaría. A mis oídos llegan varios jadeos de sorpresa y susurros de conmoción. Supongo que una cosa es escuchar los rumores, que bien podrían ser infundados, simples mentiras, y otra bien distinta es verlo con tus propios ojos y descubrir que efectivamente Milo está liado con la serpiente, la bruja, la asesina... tantos calificativos y todos ellos ciertos. Él parpadea lentamente, con sorpresa, cuando me retiro.

— ¿Y eso? —pregunta, curioso, aunque no molesto por mi atrevimiento.

Doy un pequeño encogimiento de hombros y me lanzo fuera del capo del todoterreno.

— No te alejes demasiado — le advierto, ignorando su pregunta, y comienzo a andar en dirección al bosque.

Como si hubiese dado la señal de salida, los diferentes grupos de cazadores comienzan su marcha. Al principio, los humanos tenían la intención de separarse e ir acotando el bosque, sin embargo, los planes han cambiado. Pequeños grupos que se mueven relativamente cerca. Se tardará más tiempo, pero si alguien está en problemas, un solo grito bastará para que el resto pueda acudir en su ayuda.

<<Que comience la caza>>, murmuran algunos, pero como ya venía previendo la búsqueda acaba resultando en vano. Las horas pasan y los humanos se cansan rápido. Tenemos que parar varias veces para que coman algo y beban agua fresca mientras yo me impaciento. La tonalidad del cielo va cambiando. Primero, anaranjado verdoso. Después, azul brillante. No faltan muchas horas para la caída del atardecer.

Zero es un Polimorfo (término que yo misma he inventado) y como tal puede adoptar la forma de diferentes animales. Imagina mi sorpresa cuando hace apenas tres días apareció frente a mí una serpiente en lugar del monstruoso perro del infierno que me perseguía desde un principio. No podía creer lo que veía. Su tamaño y su forma eran exactos a los míos. Tan solo su color, un gris ceniciento, nos diferenciaba. Era como mirarse en un espejo y ver mi oscuridad reflejada en las escamas que recubren mi piel reptiliana.

Después de que Matías se diese cuenta de que no había nada que pudiese arreglar su cojera, decidió centrarse en la creación de un Cambiaformas perfecto, uno sin debilidades. Ahora que he vislumbrado el producto de sus experimentos comprendo que yo solo fui un ensayo para su verdadero objetivo. Todas aquellas veces que me dijo que era perfecta, fuerte, invencible... no eran más que mentiras. Trolas como cuando decía que él, a pesar de ser humano, no era débil. Por favor... mientras camino no puedo evitar lanzar un escupitajo a la tierra que cruje bajo mis pies. Entonces, cuando elevo la vista me doy cuenta de que los lobos han llegado. El grupo de cazadores junto al que camino, seis o siete humanos en total, contiene la respiración. Incluso antes del tratado de paz, los lobos solían abandonar su territorio en escasas ocasiones y es por ello que muy pocos han tenido la oportunidad de ver a un lobo desde tan cerca. Su tamaño les resulta imponente, sus fauces demasiado temibles y sus garras mortalmente afiladas. Delta en el frente, Eco a su derecha, Ruddy a su izquierda y Leah en la parte de atrás. Desde el fondo viene caminando Ryker, en forma humana, hacia nosotros.

Los Ojos del Hielo © #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora