Capítulo 29

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Si tuviese la capacidad de elegir un momento en el tiempo, congelarlo y revivirlo una y otra vez, escogería esas 48 horas que egoístamente (su opinión, no la mía) Milo y yo hemos pasado sin salir de su casa ignorando lo que ocurría en el mundo exterior.

Al ver a otras parejas teniendo sexo, siempre creí que era algo serio, pero con Milo no. Él me ha mostrado que "follar" o "hacer el amor" puede ser divertido, morboso y excitante. ¿Quién hubiese imaginado que él, un humano de buen corazón que siempre trata de hacer lo correcto apoyando a las personas que le importan sería un depredador en la cama? Aunque en vez de cama tal vez debería decir: sobre la encimera de la cocina, entre los cojines del sofá, contra la barandilla de la escalera... mmmm... esa última fue interesante. Es curioso como las personas tienden a albergar dos caras de una misma moneda y mentiría si dijese que no me encanta ser la única que conoce ese lado suyo tan salvaje.

— ¿Te has acostado con Milo? — me había preguntado minutos antes Dana con una sonrisa curiosa en su rostro. Ella se inclinaba hacia delante apoyando los codos sobre la barra y con la voz convertida en un susurro para que nadie más pudiese escucharnos —. Vaya, se veía venir, pero no llegaba a creérmelo del todo, ¿sabes? Qué envidia. Seguro que Milo es uno de esos hombres que lo hace tan dulce y cuidadoso que podrías morir de placer — el azucarado zumo que estaba bebiendo casi sale disparado de mi boca al escuchar sus ingenuas palabras. "Dulce y cuidadoso". ¡Ja! —. Aunque conociéndote, tal vez hayas sido tú la que ha dominado toda la situación.

La pobre Dana estaba tan equivocada que no he podido evitar el descojonarme de la risa en su cara. Lo cierto es que ha sido Milo quien ha llevado la voz cantante en cada uno de nuestros encuentros y, oh, me encanta que me domine en ese aspecto. La expresión confusa de la camarera sigue robándome una media sonrisa cada vez que me acuerdo. En ese momento, la mano de Milo cae suavemente sobre mi rodilla devolviéndome a la realidad.

— Ey — llama mi atención en un susurro y sus intensos ojos verdes me envían una mirada conocedora —. Presta atención, ¿sí? Esto es importante.

Pongo los ojos en blanco ante su reprimenda y me giro ligeramente sobre el borde de la mesa circular en la que me encuentro apoyada dándoles la espalda a todos los demás presentes. Como bien me acaba de recordar Milo, ésta es una importante reunión de planificación, aunque no es que me interese demasiado. Solo estoy aquí porque él me ha pedido que lo acompañe.

Miro a mi alrededor estudiando a los presentes que me lanzan miraditas. Algunos me observan con desconfianza mientras que otros lo hacen con sorpresa y curiosidad. Supongo que no esperaban verme aquí y menos aún sentada tranquilamente junto a Milo, quien se reacomoda en su silla volviendo a mirar al frente, pero sin apartar su mano de mi rodilla. Sutil gesto que no se le escapa a nadie.

A mi derecha se encuentran sentados los tres halcones: Jay, con su rostro inocente a un lado; Red, con una gruesa bufanda de color rojo intenso rodeando su cuello en el centro; y Nina, que no puede apartar la mirada del lugar donde la mano de Milo descansa con total confianza. Detrás de Red, algo alejado y apoyado contra la pared, se encuentra Kane cargando una expresión seria. Supongo que prefiere mantener su espacio y no mezclarse demasiado con los demás. Junto a Nina está Ryker, quien me mira con desconfianza e irritación. Su cara es un libro abierto y es obvio que hubiese preferido no volver a verme jamás. Esbozo una orgullosa y fría sonrisa en su dirección y él gruñe sonoramente. Al escucharlo, Nina alcanza su mano por debajo de la mesa y entrelazan sus dedos mientras ella le susurra que me ignore.

En frente de nosotros, justo en el otro extremo de la mesa circular, están Amara, Letha y un hombre humano que, según he podido escuchar antes, se llama Óscar. Su piel es ligeramente morena y su pelo está cortado muy corto, casi al ras de su cabeza. Mirándolo objetivamente no se parece en nada a Letha, que se supone que es su prima. El humano se remueve con incomodidad al sentir mi fija mirada sobre él, pero es que no puedo dejar de pensar que Dana se acostó con él una única vez sin ganas de volver a repetir, lo cual me hace pensar en dos posibles opciones: o la tiene muy pequeña o es que sus habilidades para el sexo son muy malas. También hay una tercera opción que no se debería descartar y es que él sea un capullo integral. Pocos minutos más tarde, mis pensamientos se confirman cuando Óscar se queda mirando el pronunciado escote de Amara hasta que Letha le da una sonora colleja en la nuca.

Los Ojos del Hielo © #4Where stories live. Discover now