Capítulo 13

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Dana se lanza fuera del taburete y retrocede varios pasos.

— ¿Besarme a mí? — exclama mientras sus ojos se amplían —. ¿No deberías preguntarle esto... no sé... a un hombre?

Bajo su atenta mirada, me levanto de mi propio asiento. Su pregunta hace que mi cabeza se incline ligeramente hacia un lado sin comprender la razón de su extrañeza.

— ¿Por qué debería? —pregunto mirándola fijamente a sus ojos de color chocolate —. ¿Acaso no tienes labios? Para mí todos los humanos sois iguales....

Débiles. El susurro aparece fugazmente en mi cabeza. Los humanos son débiles.

— Bueno, sí, pero...

Dana continúa retrocediendo hasta que acabamos en el estrecho pasillo que conduce a la parte trasera de la taberna y que se encuentra bañado en densas sombras. La oscuridad nos rodea, aunque todavía hay suficiente luz y ésta delinea las suaves líneas de su cara ovalada.

— Entonces, no veo cual es el problema — comento deteniéndome frente a ella.

La espalda de Dana se presiona contra la pared y me observa sin saber muy bien que decir para convencerme de que esto es una mala idea. Arrinconada, sus ojos hacen todo lo posible por no caer sobre mis labios teñidos de oscuro color morado.

Mi boca forma una traviesa sonrisa y, en un movimiento demasiado rápido, aproximo mi rostro al suyo, aunque no del todo. No, dejo unos escasos milímetros entre nosotras. Entonces, la respiración de Dana se acelera sin remedio y traga saliva de forma sonora.

— ¿Y si me niego? — susurra ella con valentía.

Mi mano se eleva para atrapar ese mechón de cabello rubio que siempre parece escaparse de su recogido. Deslizo mis dedos lentamente a lo largo de las finas hebras mientras inspiro el dulce olor que su cuerpo desprende. Una esencia que ahora sé que procede de esos misteriosos caramelos que guarda tras la barra.

— Créeme, podría convencerte de lo contrario —después de todo, poseo la habilidad de la sugestión. Unas pocas palabras cargadas de poder y ella podría comenzar a rogar —. Sin embargo, eso no sería divertido. Así que, di que no y me alejaré.

Observo con cierta fascinación como las dudosas emociones giran sin control en la profundidad de sus ojos. Tras unos segundos, sus párpados se cierran acabando con el espectáculo y cuando vuelven a separarse veo que ha tomado su decisión.

— Si sólo quieres saber cómo se siente el besar a alguien voy a hacerlo, pero quiero que quede perfectamente claro que no me gustas de esa manera —dice ella elevando su barbilla ante mí.

Mi sonrisa se agranda.

— ¿Gustar? ¿Quién ha dicho nada de gustar? —me río con cierta frialdad en mis palabras. Su cuerpo se sacude al escuchar mi tono desprovisto de emoción —. Esto tan sólo es un experimento.

Como todos los eventos que han transcurrido en mi vida. Experimento tras experimento. Solamente un ensayo más.

En un pequeño atisbo capto la preocupación en su mirada. Es un efímero momento que trascurre en apenas unos segundos, pero su visión hace que me pregunte por qué ella se preocuparía por mí.

— Muy bien —asiente Dana recobrando la compostura —. Hagámoslo. Cierra los ojos.

Una de mis cejas blancas se eleva.

— ¿Te das cuenta de que incluso con los ojos cerrados podré verte?

Durante estos dos meses que han pasado he pasado muchas noches en la taberna después de su cierre. Disfrutaba contándole cosas a la pequeña camarera humana sobre mi artificial naturaleza y viendo como su mirada se llenaba de asombro e incredulidad.

Los Ojos del Hielo © #4Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα