Capítulo 9

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Me congelo. Mi cuerpo permanece inmóvil en su lugar al escuchar la voz de Milo a mi espalda. ¿Cómo no he podido darme cuenta de su llegada? ¿Tan absorta estaba en la humana de cabello rubio y mechas rosadas?

Los ojos de Dana se amplían ligeramente mientras inspira con lentitud. En su rostro se vislumbra el alivio. Es obvio que pensaba que algo debía haberle sucedido al dueño de la chaqueta que llevo puesta para haber acabado en mi poder.

Finalmente, me doy la vuelta y enfrento a Milo. Sus brazos están cruzados frente a su pecho cubierto únicamente por un fino jersey de color verdoso que resalta el color de sus ojos.

¿Es que acaso no tiene otra chaqueta? La pregunta surge en mi mente sin ni siquiera darme cuenta.

— Milo — respondo esbozando una sonrisa juguetona —. ¿Qué te trae por aquí?

Por supuesto, ambos sabemos que mi pregunta no tiene sentido. Es obvia la razón por la que ha venido y, por ello, sus ojos se estrechan en mi dirección. Sus dedos se aprietan alrededor de sus propios brazos y las venas en el dorso de sus manos se tornan prominentes.

— Después de haberme despertado repentinamente he tenido un mal presentimiento — habla él con los dientes apretados mientras su mirada deja de intentar fulminarme para posarse sobre el cuerpo inconsciente del hombre a pocos pasos a mi derecha —. Dime que no ha sido cosa tuya...

Mi sonrisa se agranda y el suspira de forma pesada debido a la intensa frustración que atraviesa su cuerpo. Entonces, la camarera abandona su lugar tras la barra y se aproxima a nosotros. Sin embargo, me percato de que varios pasos nos separan pues por todos los medios trata de mantenerse alejada.

Los latidos de mi corazón se aceleran ligeramente, un fenómeno que no ocurre de forma habitual y que tan sólo se desencadena cuando la excitación recorre mis venas. Dana siente la intensidad de mi mirada sobre ella y traga saliva.

— Milo, ¿qué está ocurriendo? —interviene ella. Rehúye mi mirada y mi lengua surge para humedecer mi labio inferior —. Amara acaba de estar aquí. La están buscando — le informa mientras me señala con un ligero movimiento de su cabeza.

— Lo sé —suspira él de nuevo —. Creo que voy a volverme loco. Ryn ha pedido que la ocultase durante algún tiempo.

— ¿¡Ryn!? —exclama Dana sorprendida —. ¿Un lobo ha sido asesinado y ella te pide que escondas a la principal sospechosa? —pregunta con incredulidad y, después, sus ojos de color marrón oscuro se posan sobre mí —. Ella jamás haría eso si hubiese una mínima posibilidad de que realmente fuese la culpable.

Sus palabras están teñidas de un tono extraño. Es como si las escasas dudas que albergaba su mente a cerca de mi inocencia se disipasen y mi cabeza se inclina ligeramente hacia un lado mientras la fascinación me invade.

— Sí, eso es también lo que yo creo —asiente Milo.

Mi cabeza vuelve a una posición recta y parpadeo mientras mis ojos saltan de uno a otro. Están hablando como si las palabras de esa maldita niña no pudiesen ser falsas.

Extraño...

— Sé que no debería pedirte esto, pero... ¿podrías mantener esto secreto, Dana?

La mujer parece pensarlo muy seriamente durante algunos segundos y, al final, acaba asintiendo.

— Claro, Milo. Si eres tú quien me pide algo así, entonces puedo hacerlo.

— Woah... —murmuro observándola con verdadero interés —. ¿También te has acostado con este?

Dana se atraganta con su propia saliva y sus ojos se abren ampliamente con cierta mortificación.

Los Ojos del Hielo © #4Where stories live. Discover now