035.

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Mi corazón empezó a bombear la sangre con dificultad.

—¿Qué?—lo miré, más sorprendida de lo que me habría gustado admitir.

Él rio.

Solo llevó su mano a mi mentón y acercó su cara a la mía, dejando un pequeño beso sobre mi frente.
De nuevo dió play a aquella película, esta vez no encontramos interrupcciones como con la anterior, aunque sí era verdad que conforme avanzaba, de un modo u otro, acabábamos colocados de manera que yo acabé con la cabeza recostada sobre él, y con la mano libre rodeando su cuerpo. Era muy raro encontrarme de aquel modo con él, aunque realmente fue él quien me hizo poner la mano de aquel modo.
Casi acabando la película empecé a dar cabezadas, llegando casi a dormirme, y donde en ese lapso de tiempo solté la mano de Yoongi para abrazar su cintura. El pasó su brazo sobre mí, y esperó a que acabase la película para avisarme.

—_____.—tocaba mi pelo.

—Perdón.—dije medio dormida.

—Has tenido un día duro.—me justificó.

Ambos nos quedamos en esa posición un rato más, de modo que Yoongi contestaba a sus mensajes y yo seguía recostada sobre él con los ojos cerrados, mientras disfrutaba de sus caricias sobre mi pelo.

Desperté a causa de un despertador que no reconocía, cerca de mi cabeza y que cesó solo, por lo que abrí los ojos. Era de día y aún estaba abrazada a Yoongi, la diferencia era que ahora él también me abrazaba a mi, con una mano sobre mi barriga, y la otra sujetando mi cabeza.
Con los ojos entrecerrados a causa de mi recién despertar decidí mirar si Yoongi había despertado, lo cual era un sí cuando vi que me miraba, supongo que expectante de mi movimiento.

—¿Nos quedamos dormidos?—Le pregunté, apoyando mi barbilla en la zona del brazo a la que llegaba, ya que me pesaba la cabeza.

—Parece ser.—tenía la voz ronca.

Volví a colocarme como antes, abrazandolo mejor y recolocando mi cabeza de manera instintiva para seguir durmiendo.

—Debería irme—su voz ronca sonó algo más floja que antes—. Los chicos van a pensar algo que no es—decia mientras que él imitaba mi gesto anterior, esta vez volviendo a jugar con mi pelo—... Pero no quiero, me gusta estar así.

De nuevo se me aceleraron las pulsaciones, necesitaba una ducha fría para entrar en razón, esperaba que mi cabeza estuviera confundiendo términos.

—Esto es raro para mí—dijo con la cabeza apoyada sobre la mía—, estar así con una chica—hablaba flojo—... Me gusta estar así contigo. Se siente cómodo.

—Me siento igual—hablaba con los ojos cerrados—, pero siento que está mal.

—¿Porqué?

—Es confuso.—dije.

Volvi a abrir los ojos. Estaba medio dormida, y solía hablar de más cuando estaba así, aunque ¿a quien no le pasaba? Simplemente hablas a la ligera porque pensar es demasiado en ese trance.

—Lo siento—volví a hablar mientras intentaba separarme—. Creo que necesito una ducha fría para desoertarme.

Él en cambio, no me dejó ir, ya que se levantó a la vez que yo lo había hecho y colocó su cuerpo entre mi camino y yo.

—¿Estás confusa?

—Estoy medio dormida.—rebatí.

Él pasó su mano sobre su pelo para recolocarlo, ya que básicamente tapaba sus ojos.

—Haré café.—dijo tras suspirar y se dirigió a la cocina.

Me dirigí rápidamente a mi habitación para coger algo de ropa para ir hacia el aseo y tomar una ducha fría.
Tardé algo más ya que por un momento dejé que el agua fría cayera sobre mi cara y cuerpo, «¿puedes reaccionar _____? Te estás confundiendo a ti misma» pensaba una y otra vez, mientras aumentaba mi frío, tal vez hacer eso a finales de invierno no era lo más adecuado.
Tan pronto salí de la ducha, esta vez llevando unos pantalones de chándal junto a una camiseta de doble manga, me dirigí hacia la cocina, recogiendo la mitad de mi pelo por fin algo más largo, en un moño.

—¿Qué tal la ducha?—dijo sentado en la mesa de la cocina.

Supuse que lo decía por lo que había dicho anteriormente. Arrugué la nariz mostrando que no me había servido de nada más que para despertarme y me senté en la silla frente a la suya.

—¿No deberías ir a casa? Seguramente los chicos estén preocupados, o haciendo sus películas.—miraba el café que me había acercado.

—Les he dicho que había llegado tarde y que he salido temprano para escribir contigo—alzó los hombros—. Les ha valido.

Asentí y tomé un sorbo, era verdad que el café que él preparaba no era el mejor que había probado, pero sin duda estaba muy rico, así que lo disfruté.

—¿Puedo hacer una pregunta?—rompió el silencio, cuando asentí siguió hablando— ¿Qué pasó con el chico de anoche?

Lo miré, aunque no por mucho tiempo ya que bajé mi mirada y toqué de nuevo mi clavícula, realmente estaba asqueada por aquello.

—No quiero que me mires con pena—reí—. Es algo cliché tener una mala ex-pareja, ¿no?

—Todos hemos pasado por malas relaciones.

—Bueno—acaricié la zona donde tenía apoyada mi mano, como si aquello pudiera borrar el recuerdo—. Nuestra relación empezó al poco tiempo de que llegué a Corea, cuando lo conocí, gracias a que era el nieto de un amigo de mi abuela—hablaba lento—... Era un chico normal, pero al poco tiempo de estar juntos, me enteré por familiares suyos de que padecía de bipolaridad y tenía trastornos de rabia. Él era muy celoso—levanté mis hombros—, siempre me he llevado mejor con los chicos que con las chicas, así que la mayoría de mis amistades eran chicos, y a él no le gustaba. Todo empezó cuando, mientras discutimos sobre aquello, me levantó la mano, y bueno—intenté sonreír, omitiendo decir que me pegaba—... El amor es ciego. Cada vez aquello pasaba más frecuentemente, y con cosas de menos importancia, hasta que lo dejé cuando debía ir a un viaje de estudios, usando de excusa que pasaría mucho tiempo fuera y podría afectar directamente a la relación, aunque realmente no pensara eso. Cuando volví había desaparecido. Hasta ahora.

Él asentía numerosas veces, dirigiéndose la taza de café hacia su boca. Cuando tomó un sorbo y volvió a dejar la taza sobre la mesa hizo una mueca.

—Quiero decir algo, pero no me saldrá nada más que maldiciones.—dijo cuando se levantó y se dirigió hacia el frigorífico.

A la vuelta dejó sobre mi mano derecha una bolsa de guisantes.

—Se te pondrá peor eso si no lo cuidas.

Levanté la bolsa para ver mi mano, tenía los nudillos colorados y yo apenas me había dado cuenta.

—Eres muy observador, ¿verdad?—dije, podía entenderlo, ya que yo también era de ese modo.

Él balanceó su cabeza.

—Sólo observo lo que me interesa.

special trainee « btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora