❧ ) 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 !
( 𝚌𝚒𝚗𝚌𝚘 𝚑𝚊𝚛𝚐𝚛𝚎𝚎𝚟𝚎𝚜 ) ✦ˎˊ˗
❛ las adicciones jamás serán buenas, pero vaya que sirven para engañarnos, ¿o no, 𝙘𝙞𝙣𝙘𝙤? ❜
durante toda su adolescencia
se pregunto por que él no
había vuelto, t...
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—JIM HELLERMAN EN VIVO para el canal dos. Desde el Banco Capital West Enmain en la sexta. Un grupo de hombres armados ingreso al banco hace menos de tres horas y tomó un cantidad incierta de rehenes —desde el exterior del edificio, se escuchaba la voz del reportero, narrando los hecho que ocurrían aquella mañana en la ciudad.
En cambio, en el interior, un grupo de personas se movían con terror, acatando las órdenes de los hombres armados.
—¡Llevenlos detrás del mostrador! —grito el que fácilmente aparentaba ser el líder —Ahora me pusieron en una posición en la que tengo que hacer algo que no quiero —mientras decía aquello, no noto a la pequeña y uniformada morena acercándose tranquilamente a el, con sus manos entrelazadas en su espalda. El mayor la miro cuando está ya estaba a su lado —¡Oye, vuelve con los otros! —grito
—Oí el rumor... —murmuro en voz baja, con la mirada agachada, el mayor la miro con confusión.
—¿Qué? —su curiosidad fue mayor —¿Qué fue mi que dijiste? —cuestiono una vez más, sacando una sonrisa en la niña
Se inclino, como si estuviera por contar el más interesante de los secretos, y el criminal también se inclino, completamente curioso
—Oí el rumor... De que le disparaste a tu amigo —pronunció, los ojos de el hombre brillaron por un instante antes de observar su arma y cuando su compañero camino frente a el, el fuerte sonido del cañón se escuchó
Fuera del banco, escucharon los disparos.
—Oímos un disparo que proviene del interior del Banco, no sabemos si han lastimado a algún rehén —informo Jim frente a la cámara.
Uno de los que se encontraba junto a los reporteros gritó.
—¡Allí arriba! —exclamó señalando a la azotea.
—Y ahora hay un movimiento en el techo, posiblemente de la policía —dijo Jim una vez más
Los disparos se escucharon hasta el exterior
—Oímos un disparo que proviene del Banco. No sabemos si han lastimado a algún rehen— informo Jim a la cámara.
En la asotea, uno se seguía los pasos de ocho, que se detuvo de golpe sobre un ventanal.
—¡Aquí! —el rubio se detuvo también, saco de uno de sus bolsillos un pañuelo escarlata. Luther extendió su mano y Cherry anudo el pañuelo sobre sus nudillos —No des volteretas ni nada tonto, o arruinara los cálculos y te romperlas el cuello —aclaro.
Luther rompió el vidrio, y se dejó caer al interior del banco. Cherry al instante se teletrasporto y detuvo la caída del rubio cuando noto como este se había movido un par de centímetros a la izquierda.
