❪ ILLUSION ❫

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𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘: ILUSIÓN

EL LÁPIZ MARCO una nueva raya sobre la pared, si sus cálculos no fallaban, está era la número trescientos sesenta y cinco

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EL LÁPIZ MARCO una nueva raya sobre la pared, si sus cálculos no fallaban, está era la número trescientos sesenta y cinco. Trescientos sesenta y cinco días desde que Cinco se había ido, y ella había contado cada día.

Así, cada noche, su lápiz marcaba una nueva línea en la pared, que después tenía que cubrir con algún póster para que Reginald no las viera, aunque el viejo supiera perfectamente de ellas.

Y en ese año, Cherry pudo darse cuenta de lo que sucedía, de lo que había sucedido toda su infancia y que jamás había pensado hasta que Cinco no estaba.

Estaba enamorada. Enamorada de una persona que ya no estaba y de la que no estaba segura si volvería a ver.

Y si era sincera, su joven y aún inmaduro corazón prefería creer que Cinco había muerto, a creer que prefería no haber regresado, que había encontrado algo mejor en su viaje, o a alguien mejor.

Se sentía tan egoísta al pensar en ello, pero no era más que la realidad.

Su pared estaba comenzando a estar siendo cubierta por las imágenes, de tonos coloridos. Sir Reginald en un principio se había molestado, puesto que estás servían para las ecuaciones que su hija debía hacer cada mañana, pero ella sugirió entonces que le diera una libreta como la suya, y era ahí donde ahora resolvía los ejercicios, permitiendo al hombre del monóculo seguirla entrenando.

—Cherry —la llamaron desde la puerta, la castaña seguía sobre su cama, con la mirada fija en el techo, no tuvo que mirar a la entrada para saber de quién se trataba.

—Ocho —corrigio, supo que su ceño se había fruncido y se maldijo a si misma, suspirando y apoyándose sobre sus antebrazos para mirar al moreno —Olvidalo, ¿Qué pasa, Diego?

El nombrado titubeó, bajando la mirada con nerviosismo y volviendola casi al instante.

—Yo... Bueno, se que hoy no es exactamente el día perfecto pero —suspiro, ella lo miro enarcando una de sus cejas, aún confundida. El moreno se acercó hasta su cama y depósito una caja de color rojo sobre está, con un lazo negro envolviendola y acabando en un moño.

Los ojos curiosos de ella se centraron en la caja, aquello la había tomado por sorpresa.

—Oh... Pero yo no tengo nada para ti —lamento, Diego negó rápidamente.

—No tienes que darme algo a cambio, solo quería darte un obsequio —explico, observo como los ojos azules de la castaña lo observaban con sorpresa, y decidió irse antes de que está pudiera negarse, cerrando la puerta detrás de él al salir.

Un par de horas después, regreso de la cena, como costumbre desde que Cinco no estaba, Cherry había cambiado lugares con Vanya, dejando a la ojiazul en la cabecera, con la mirada de su padre directamente en ella, pero Reginald jamás tenía un gesto en específico, parecía siempre estar neutro.

¹ 𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘 | cinco hargreeves (reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora