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Minho

Sigo a Chan a través de las calles desiertas. De vez en cuando al pasar frente a las casas se escuchan los festejos y la felicidad que emana la noche.
Felicidad que hasta hace unos momentos yo también sentía.

Chan se mantiene a unos cuantos metros por delante de mí. Sé que debería acercarme e intentar hablar, pero él también merece su espacio, esto no es más fácil para él que para mí.
La distancia no me permite ver su rostro y en parte lo agradezco, no quiero imaginar la manera en que me mirará.

Rompo en llanto de nuevo, la culpa, el asco y coraje vuelven a atraparme y siento que me ahogo.

Después de pasar al menos 40 minutos caminando sin un rumbo, por fin aparece en mi vista un local abierto. Al parecer Chan también lo notó porque entra en el café. Lo sigo con las piernas y manos temblorosas.
Muerdo mi labio con fuerza para evitar que las lágrimas vuelvan a salir.

El lugar está iluminado por las luces navideñas, y no hay mucha gente. Solo un hombre con traje y maletín que parece verdaderamente cansado, otro un tanto más viejo que por su ropa podría ser de la calle. Y finalmente una única trabajadora que supongo hace de cajera, mesera y limpiadora.

Chan se dirige a la mesa más alejada y yo lo sigo con la cabeza gacha porque no quiero que la gente vea mi cara roja e hinchada.

Se sienta sin dejar de mirar la mesa, no puedo evitar que mi corazón se contraiga. Me siento frente a él sin saber donde poner mi vista, soy demasiado cobarde como para mirarlo.

La mesera se acerca rápidamente.

—Buenas noches, ¿qué les voy a servir? —pregunta reluciente, al parecer feliz de tener más clientes.

—Un té —pide Chan con voz cansada.

—¿Y para ti? —Me mira.

Niego con la cabeza, no soy capaz de pronunciar palabra. Ella lo capta y se retira unicamente con el pedido de Chan.

Nos quedamos callados por mucho tiempo, incluso todavía después de que traigan el té. Ninguno de los dos levanta la vista o hace un intento por comenzar a hablar.

—Chan... —Mi voz sale sin fuerza.

—Minho... —dice él, al mismo tiempo.

En otro momento tal vez nos hubiéramos reído por ello. Sin embargo, ahora se extiende la incomodidad por la mesa.

Muerdo mi labio, estoy seguro que si no paro de hacer eso comenzará a sangrar.

—¿Vas... vas a intentar explicarme? —Su voz se escucha cansada.

No respondo, simplemente trago el nudo que siento en la garganta.

—¿Ni siquiera vas a intentarlo? —pregunta con voz quebrada.

Levanto la vista y mi mundo se viene abajo. Sus ojos están rojos, hinchados y cristalinos; sus ojeras y bolsitas son más notorias que nunca antes. Sus ojos se ven llenos de tristeza y sus labios no llevan su hermosa sonrisa habitual.
Y me odio por eso... Me odio por ser yo el responsable de que esté así.

Baby Boy ✓ MinChan Where stories live. Discover now