2. Nada malo

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Cuando abro la puerta y veo a Jeno con la capucha de su sudadera sobre la cabeza y las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, me siento extraño.

   Es como si yo no perteneciera al momento. Como si estuviera fuera de lugar. A lo mejor se debe a que esta es la primera vez que veo a Jeno solo, sin Renjun. Creo que estoy tan acostumbrado a que ambos estén juntos, que ver a Jeno de esta manera me saca de contexto.

   Sí, eso debe ser, sino ¿Qué otra cosa sería?

   —H-hola —es un recibimiento tembloroso y hasta poco convincente, pero por desgracia es lo único que puedo darle.

   Jeno me mira fijamente, intimidándome un poco, ¿Cuándo creció tanto? Hace no menos de dos meses que lo vi y ahora ya está rebasándome por varios centímetros. La vida es muy injusta, pienso. Es decir, el que se come toda la sopa y sigue las instrucciones de su madre para crecer, siempre he sido yo. Que Jeno aparezca entonces de la nada; más alto, me decepciona. Aunque a lado de Renjun la depresión se me pasa un poco.

   —Hola —responde, más seguro que yo, definitivamente—. Perdón por llegar así, ¿Están tus padres?

   Tengo la posibilidad de mentirle y de decirle que mis padres están durmiendo. Pero, no sé qué tan factible sea eso. Porque si mis padres llegan a en la madrugada y él los escucha, se dará cuenta de que mentí.

   Y a mí no me gusta quedar como un mentiroso.

   —No, no están —agradezco que mi voz haya salido firme—. Salieron a cenar pero van a regresar en un rato.

   —Ya veo —Jeno se lleva una mano hacia el cuello y se lo rasca con nerviosismo. Quiero que se quite la capucha y me deje verle la cara, lo haría todo menos incómodo—. ¿Puedo pasar?

   Me siento como un estúpido cuando lo pregunta. Me hago a un lado y dejo que pase.

   Si ver a Jeno en la puerta de mi casa es extraño, tenerlo dentro es aún peor.

   Cierro la puerta con cuidado y le pongo llave, esperando no asustarlo. Tampoco es como que tenga muchas ganas de secuestrarlo, la verdad.

   — ¿Quieres... cenar algo antes de dormir?

   Me muerdo el labio inferior y espero ser un buen anfitrión con mi pregunta. Nunca he invitado realmente a nadie a quedarse, solo a Renjun, pero esta tan acostumbrado a ello que sabe moverse solo por la casa, sin necesidad de que yo le ofrezca nada.

   —No, muchas gracias, no tengo hambre.

   Lo dice de manera segura y una vez más envidio que el este tan tranquilo. Sin embargo todo cambia drásticamente cuando el sonido, casi imperceptible de su estómago, se escucha sobre el silencio de la sala. Haciéndolo fracasar.

   —Mientes —digo con la sombra de una sonrisa bailándome en los labios— Tengo ramen, puedo hacerte uno sin problemas.

   Jeno parece muy incómodo cuando le digo que sé que tiene hambre. Pero es que es algo que no se puede dejar pasar por alto. Si Jeno no tiene donde pasar la noche es porque en su casa claramente las cosas no están bien. Me pregunto si acaso comió algo en todo el día y de inmediato me preocupo, aunque internamente me diga que eso es inadecuado.

   —No hace falta, Jaemin, de verdad.

   Y a pesar de que vuelve a decirlo de manera segura, sé que miente. Porque hay un brillo en sus ojos que aparece cuando le digo que le puedo hacer algo de comer, que no se puede esconder fácilmente.

   —No es ninguna molestia —me encojo de hombros, esperando parecer natural— Acabo de hacerme uno. No puedo irme a dormir con el estómago vacío, es una tortura.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now