21. Consecuencias

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A las diez en punto tenemos clase de deportes con el profesor Kim, pero como ha faltado por pescar un resfriado, aprovechamos la hora y vamos a la cafetería para tomar algo. Todavía con el uniforme del equipo de básquet, puesto. 

   Renjun invita a Yuta a venir con nosotros y en el camino este último nos cuenta de sus planes para las próximas vacaciones. Dice que quiere ir a Japón, más específicamente a Osaka, para visitar a sus padres que no ve desde que se mudó aquí hace dos años.

   La verdad es que no sé cómo lo soporta, ser independiente a ésta edad conlleva muchas responsabilidades. Supongo que no puedo imaginarme a mí mismo llegando a ese nivel de madurez. Hay veces en las que todavía necesito que mi madre me dé un beso de buenas noches para poder dormir.

   — ¿Ustedes tienen planes? —cuestiona con una de sus típicas sonrisas cuadradas, mientras llegamos a la cafetería y buscamos una mesa en donde sentarnos.

   —Creo que mis padres quieren ir a nuestra casa de playa o algo así. Todavía no lo deciden muy bien —Renjun se encoge de hombros y se para sobre sus puntitas para ver mejor si hay lugares disponibles—. ¿Y tú, Jae?

   —No lo sé, mis padres aun no me han dicho nada.

   Las últimas vacaciones las pasamos aquí y las anteriores a esas, también. Imagino que éste año saldremos a alguna parte, pero no estoy muy seguro. Mis padres han trabajado tanto los últimos meses que sería una buena idea que nos quedáramos para que tomen un descanso y se liberen un poco de todo el estrés. Aunque la idea de pasear por alguna playa o ir a esquiar sobre la nieve no suena nada mal.

   —Ya encontré una mesa, está justo al fondo ¿La ven? Ustedes vayan a apartarla y yo por mientras me formo. ¿Qué es lo que quieren? —Renjun se ofrece y nos señala con el dedo una mesa grande con asientos disponibles que está al fondo de la cafetería.

   —Yo quiero un batido, ¿Yuta?

   —Igual.

   Ambos sacamos un billete y se lo damos a mi mejor amigo para que pague las bebidas. Yuta y yo nos dirigimos hacia la mesa sugerida y en el camino, trato de ver si de casualidad Jeno no está por aquí.

   Ayer fue una locura. Tuve que llamar a mi padre para que fuera por nosotros y pese a que esperaba algún regaño de su parte por ser tan inconsciente y terminar varado en un pueblo fantasma (ahora lo sé porque él mismo me lo dijo) no fue tan severo. Simplemente me advirtió que tuviera más cuidado para la próxima y que me informara mejor antes de tomar una decisión tan importante como lo es visitar un lugar nuevo.

   Al llegar a casa mi madre no fue tan flexible. Casi tiene un infarto por vernos empapados hasta los huesos. Así que después de gritarnos que debíamos ser más responsables y cuidar mejor de nosotros mismos, nos obligó a ducharnos, a tomar una pastilla para evitar el resfriado y a cenar sopa caliente. Fue una manera sutil de regañarnos, pero supongo que su consciencia quedó tranquila.

   Jeno me ayudó a lavar los platos, conversó un poco con mis padres sobre las noticias de la mañana y después de acompañarlo a la puerta y besarme hasta que mis labios quedaron rojos e hinchados, se marchó. Dejándome con una sensación de anhelo y necesidad en el pecho difícil de explicar.

   Lo anterior quiere decir que hace pocas horas que lo vi. Incluso me envió un mensaje de buenos días por la mañana, acompañado de una tierna foto suya, pero aun así lo extraño.

   — ¿Buscas a alguien?

   La dubitativa voz de Yuta me hace dar un respingo.

   —N-no, sólo buscaba la mesa libre.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora