32. Venganza

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Jaemin.

El día de la graduación llega tan súbitamente, que tengo que comprobar varias veces en el calendario que es el correcto, para entender que no me estoy equivocando. 

   Jeno prometió aparecer en mi puerta a las doce en punto. La entrega de reconocimientos se llevará a cabo a las dos, justo después de la del certificado, pero él quiere que esté presente en todo momento y yo, como un fiel servidor de sus deseos, no me negué a nada. Jeno tiene sus propios métodos para hacerme aceptar lo que sea.

   Los besos y las caricias son un gran ejemplo de ello.

   Clavo la mirada en el traje blanco y los zapatos recién pulidos que están sobre la cama y vuelvo a repetirme a mí mismo que este es un día especial. Uno que debe estar lleno de felicidad y positivismo. Jeno está a punto de graduarse y yo, de concluir el segundo año de Instituto. Mi ánimo entonces debería estar por los cielos.

   Pero es que, aun pretendiendo que estoy feliz, no puedo estarlo del todo.

   Renjun sigue sin aparecer y yo todavía sé cosas que no debería. Lo primero no obstante, es lo que me tiene totalmente desestabilizado. Ya ni siquiera sé por dónde buscar a mi mejor amigo. Parece como si se lo hubiera tragado la tierra. He agotado todas mis opciones para encontrarlo y entre más teorías me hago sobre su paradero, peores cosas me termino imaginado.

   Inclino la cabeza hacia un lado, hago movimientos circulares con la toalla para secar mi cabello y continúo observando mi vestuario, sintiéndome en un dilema. ¿Debería estar feliz? ¿Debería estar triste?

   ¿Qué es lo que necesito sentir ahora?

   Froto mis labios con lentitud y acallo toda duda al pensar, que este es el momento de Jeno. Seguramente va a recibir un reconocimiento y un montón de felicitaciones por parte de sus compañeros y docentes. Y no es para menos, pues su capacidad escolar no es ninguna broma. Así que, tengo que alegrarme y esbozar mi mejor sonrisa. Darle todo mi apoyo y hacerlo sentir respaldado. Porque estoy casi seguro de que sus padres no le darán lo que él espera. Aun me causa repulsión que Krystal pretenda asistir a la ceremonia para pavonearse con los logros de quien ha tratado por tantos años con la punta del pie.

   En cuanto tengamos vacaciones, voy a llevar a Jeno a la playa. Mis padres están organizando un viaje y es la oportunidad perfecta para que se relaje y se distraiga de toda esta mierda. 

   Dejo la toalla sobre la silla del escritorio y trato de esbozar una sonrisa. Debo mantener la fe. No tiene caso que piense de manera negativa. Amaría que Renjun estuviera en este momento conmigo, pero es que, literalmente ya no me queda de otra más que ser paciente y esperar a que regrese. Las cosas tendrán que ir tomando su lugar de a poco, y si no lo hacen, entonces estaré dispuesto a enfrentar lo que sea.

   Con el ánimo renovado y una vez vestido, procedo a hacerme la corbata. Aunque siempre he sido un desastre en ello y mi madre, en uno de sus tantos rondines por la casa, aparece en marco de mi habitación y me salva de ahorcarme solo. Sé que a mi edad debería saber hacer algo tan sencillo, pero contadas veces utilizo traje y ella siempre está ahí para auxiliarme si es que debo ponerme una odiosa corbata.

   — ¿Necesitas ayuda, cariño?

   Hago un puchero y asiento con la cabeza. Ella se ríe y se acerca, con un montón de tubos para hacer rulos en el cabello y una bata de seda celeste cubriendo su cuerpo. Rezo a todos los dioses porque esté lista en el momento en que Jeno llegue. No quiero que se vaya a atrasar por nuestra culpa.

   Sigo con atención sus delgados dedos e intento aprender cómo me está haciendo el nudo. Ahora entiendo a mi padre cuando dice que depende mucho de las habilidades de mi madre. Básicamente ella nos ayuda a no perder la cabeza con pequeños, pero fundamentales detalles.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora