14. Mundo

13.1K 1.5K 2.4K
                                    

Es increíble cómo es que mi madre con solo darme una mirada, sepa que algo no anda precisamente bien conmigo. 

   — ¿Qué pasa, cariño? —pregunta con preocupación en cuanto me ve entrar a la cocina, mientras sostiene entre las manos una cuchara de madera con la que seguramente estaba haciendo la sopa—. ¿No te fue bien en la escuela?

   Resoplo y hago un gesto con la mano, restándole importancia e indicándole que no se preocupe. Voy hacia el refrigerador y tomo una botella de jugo, evitando a toda costa sus miradas y sus preguntas preocupadas. No estoy seguro de poder contarle lo que me pasa, no quiero que se alarme por algo que no lo vale. Además, ¿cómo demonios le voy a decir a mi madre que me siento fatal por haber terminado con una relación clandestina? Por mucho que me gustaría sincerarme me temo que no soy tan cínico.

   —Jaemin, ¿qué pasa? —vuelve a decir y yo tengo que morderme el interior de la mejilla para evitar decir algo estúpido.

   —Estoy cansado, mamá —me encojo de hombros y le doy un largo sorbo a la botella, huyendo de sus ojos inquisidores—. He tenido mucha tarea últimamente.

   No dice nada y creo que me he salvado de recibir un sermón. Relajo los hombros y me dispongo a volver a encerrarme en mi habitación, cuando el cucharon de sopa frente a mi rostro me impide salir.

   —A mí no me mientas, Na Jaemin, algo te sucede.

   Debía haber intuido que no sería tan fácil.

   —No te estoy mintiendo —bufo y estrujo la botella de jugo entre mis manos. Olvidaba lo lista que es mi madre para saber cuándo algo no anda bien dentro de mi cabeza. No tengo idea de que es exactamente lo que me delata, pero sin duda tengo que mejorarlo, si es que quiero tener una vida más o menos normal, claro. No puedo andar por ahí contándole todo a mi madre, ¡es muy vergonzoso!—. La semana fue horrible por los exámenes.

   —Tú nunca te estresas por eso —frunce el ceño y se cruza de brazos, todavía sin soltar la cuchara. No sé a qué tenerle más miedo, si a sus ojos o a la pala de madera—. Y cuando repruebas, cosa que siempre pasa, ni siquiera te importa.

   — ¡Mamá! 

   —Sólo estoy diciendo la verdad.

   Suelto un suspiro y dejo la botella sobre la barra, pensando en que decirle ahora. Este no es un buen momento para ser sincero, sobre todo porque ni yo mismo entiendo qué es lo que me pasa. 

   —De acuerdo, tú ganas, no estoy del todo "bien" —hago comillas con los dedos y ella me mira con atención, pensando que en cualquier momento me voy a arrepentir de contarle—. Pero tampoco es para que te preocupes, mamá. Se me va a pasar, te lo aseguro.

   —Llegas del instituto y no sales de tu habitación por horas. Y de eso ya van tres días, cariño, es obvio que algo te está torturando.

   ¿Tres días? ¿Ese tiempo había transcurrido desde la última vez que vi a Jeno? No puede ser. La fecha me suena extraña. Es como si el tiempo se hubiera congelado.

   O tal vez yo mismo me induje a un coma de tiempo, con el fin de abstraerme de la realidad. Termine con la práctica sucia y desleal en mi vida que es la infidelidad, pero no puedo creer que mi concepción de libertad sea tan limitada, pues desde entonces no he sentido ni una sola mejoría.

   —No sé qué me pasa —murmuro con sinceridad mientras desvió la mirada y siento que mi manzana de adán se mueve al tragar saliva—. Estoy intentando averiguarlo y te prometo que en cuanto lo sepa te lo voy a decir.

   Segundos enteros de silencio tienen que pasar para que mi madre analice mis palabras. Puede que me crea o puede que no. Ella sabe que siempre que algo me atormenta busco su ayuda. No sé porque de repente está tan insegura sobre ello, ¿pensará que he cambiado?

Extraño |NoMinUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum