Epílogo

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Un par de años después.

   — ¿Estás seguro de que vas a estar bien?

   Pongo los ojos en blanco ante su innecesaria preocupación e intento mantener la paciencia para no exasperarme. 

   —Mamá, no es la primera vez que me dejan solo. Además, ya soy mayor. No es como que le tenga miedo a la oscuridad o algo así.

   Bueno, eso último es mentira, pero ella no tiene que saberlo.

   Mi madre arruga la nariz y entorna los ojos, como si no estuviera satisfecha con mi respuesta. La verdad es que hace mucho que no me dejan solo en casa y entiendo su preocupación. Debe creer que he perdido por completo el sentido de la responsabilidad.

   — ¿Vas a cerrar bien las puertas?

   —Sí.

   — ¿Y no te vas a dormir tarde?

   —Ma, tengo diecinueve años no cinco. Además, todavía tengo una semana de vacaciones, déjame disfrutarla a mi manera.

   Eso era cierto. Estaba a punto de cursar el tercer semestre de la universidad y lo único que quería antes de atarearme hasta morir, era relajarme y prepararme psicológicamente para lo que se venía.

   —Ya lo escuchaste, Taeyeon—mi padre interfiere desde las escaleras, cargando con cada mano las maletas rosa chillón de mi madre—. No es un niño pequeño, sabe cuidarse solo, ¿Verdad, cariño?

   —Seguro.

   —Ya lo sé —mi madre suspira y me mira de soslayo—, pero nunca lo habíamos dejado por tanto tiempo. ¿Y si se cae en el baño mientras se ducha? ¿O se ahoga mientras se come el cereal?

   — ¡Mamá! Me sorprende que pienses que soy tan descuidado.

   —Yo más bien diría estúpido, pero no te preocupes hijo, es de familia.

   — ¡Baekhyun! ¡Cierra la boca!

   Le saco la lengua a mi padre y él me regresa el gesto. Es obvio que le encanta molestarme. Mi madre por su parte, no parece realmente convencida, pero después de algunos discursos más de mi parte sobre lo responsable que voy a ser en su ausencia, accede y ayuda a mi padre a subir las maletas que faltan a la cajuela del auto.

   Como todos los años van a hacer un viaje por su aniversario, pero en esta ocasión con la variante de que no van a volver en un par de días. Lo cual es maravilloso, últimamente han estado más estresados y atareados que nunca. Se merecen un descanso.

   — ¿Me vas a llamar si tienes algún problema? —mi madre se detiene frente al auto y me mira con un puchero mientras coloca sus manos sobre mi cabello y me lo peina con los dedos—. Sabes que cualquiera de los vecinos te puede auxiliar. Incluso te dejé sus números anotados junto con los de la policía en la puerta del refrigerador.

   —Mamá, de verdad, no me va a pasar nada —trato de reconfortarla dándole un abrazo—. Te escribiré. Si tengo algún problema (cosa que no creo) pido ayuda. Váyanse tranquilos y disfruten del viaje.

   Otra vez me da una mirada severa, buscando en mi discurso la mentira, pero al ver que no pienso cambiar mi postura, termina por resignarse y asentir.

   —Está bien, cariño, confió en ti. Te amo.

   —Y yo a ti, ma.

   Suspira y me da un beso en la frente antes de subir al auto. Mi padre es otra historia y simplemente me abraza antes de pedirme atentamente que no incendie la casa y que grabe su novela de las ocho.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now