27. Razones

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Jeno.

Canadá; Universidad de Toronto. Cinco años de carrera; con cuatro de estadía pagada por beca de excelencia. Un año de prácticas profesionales en los mejores hospitales de la ciudad. Casa de estudiante con dormitorios que se comparten entre dos. Trabajo en una cafetería cercana de medio tiempo con un salario más que decente. Una nueva ciudad, un nuevo idioma y la oportunidad implícita de convertirme en un buen médico.

   El folleto que sostengo entre las manos es bastante claro. Describe un sueño. Uno que se puede hacer realidad si le digo al director Kim que acepto tomar la beca.

   Los detalles ni siquiera los tengo que preguntar. Las posibles dudas están resueltas en un informe pulcramente acomodado que llevo en una carpeta color crema debajo del brazo. La secretaria se ha encargado de darme todo, incluido un plan de rutas de los distintos autobuses que llegan a los dormitorios de la escuela. 

   —Me alegra que hayas recapacitado Jeno, esta es una gran oportunidad para ti.

   El director Kim toma su taza de café y le da un sorbo que de inmediato le hace fruncir el ceño. El agua debe estar demasiado caliente.

   —Todavía tengo que hablar con mis padres —comento, siendo un poco demasiado consiente de que lo que estoy haciendo sentado frente a este hombre.

   —Entiendo, pero con que tú estés convencido ya es un gran avance —deja la taza sobre el escritorio y entrelaza las manos, poniéndolas debajo de su barbilla—. Eres uno de los mejores alumnos que ha tenido este Instituto y lo menos que podemos hacer por ti es darte esta oportunidad, que, si me dejas opinar, más de uno quisiera.

   Bajo la mirada y observo el folleto. Por supuesto que todos querrían tener la oportunidad de irse a otro país para conocer gente nueva, cambiar de aires y construir una vida llena de sueños y altas expectativas.

   Una vida lejos de aquí.

   —Muchas gracias por tenerme en cuenta, director Kim —el hombre inclina la cabeza y responde mi agradecimiento. Debe estar ocupadísimo pero aun así se dio el tiempo para atenderme y eso sin duda le gana méritos—. Como ya le he dicho se lo voy a comentar a mis padres. Pero en cuanto tenga una respuesta se lo hago saber.

   El director sonríe y las arrugas bajo sus ojos aparecen. Debe haber sido un hombre muy sonriente en su juventud.

   —Claro que sí, Jeno, puedes pensarlo todo lo que quieras, pero debes saber que el límite es después de los exámenes finales. En caso de que aceptes, necesitamos tener listos todos tus papeles.

   Vuelvo a mirar el folleto y de repente me siento abrumado. Quizá debí pensarlo mejor. No estoy haciendo más que darle falsas esperanzas.

   —Entiendo, director, muchas gracias por haberme recibido.

   Hago la silla hacia atrás y me pongo de pie. Le extiendo la mano y él se encarga de estrechármela con calidez, a la par en que una sonrisa de esperanza se esboza en su rostro. Debe estar intentando darme ánimos para que no me niegue a aceptar su oferta.

   Me despido de la secretaria que me ha atendido y sin mirar atrás, voy hacia la puerta y tomo el picaporte, encontrándome con el pasillo desierto. He tenido que saltarme una clase para venir aquí, espero que no me cause problemas con mi profesora de algebra. Quizá debí pedir un justificante.

   Era la última clase que tenía. Atravieso al patio para irme a casa. Como todavía es temprano, decido irme con calma y tomar el autobús.

   Veo la entrada despejada de estudiantes y me despido del guardia con un gesto de mano, a lo que él me sonríe. Sin distracciones me dirijo a la parada y no espero a nadie, pues Yukhei y Jungwoo seguramente ya se fueron. No creo que hayan tenido la paciencia de esperarme. Ni siquiera sabían que iba a faltar para ir a hablar con el director. Más tarde van a pedirme explicaciones.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now