11. Agradecido

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La señorita Shim empuja la puerta del salón de clases con uno de sus puntiagudos tacones rojos, mientras sostiene contra su pecho un montón de hojas torpemente apiladas. De inmediato me pongo de pie y le ayudo; abriéndole mejor la puerta para que no batalle al entrar. Si no me gano una A por los exámenes, entonces que sea por simpatía.

   —Gracias, Jae. —debajo de sus lentes de pasta gruesa, me lanza una mirada agradecida y no necesito leer lo que lleva entre brazos para saber de lo que se trata.

   Hoy es el día en que entregarán las calificaciones del proyecto.

   Regreso a mi lugar y de manera inconsciente los nervios me atacan. Que Renjun esté a lado de mí, hablándome felizmente de su fin de semana, no ayuda en nada a persuadir el desastre en el que estoy a punto de convertirme. Hasta ahora no he podido ser capaz de mirarlo a los ojos ni una sola vez. Mantengo la esperanza de que mi mejor amigo relacione esta actitud tan extraña con que estoy preocupado por las calificaciones y no porque la noche anterior estuve besuqueándome con su novio hasta la media noche.

   Llevo una mano hacia mis labios y a pesar de que Renjun puede verme, es como si estuviera tratando de recodarlo todo. Cada beso, cada roce, cada mirada... Esto realmente se está apoderando de mí y de paso me está dejando mal, muy mal. ¿Acaso he llegado al punto en que me he vuelto todo un desvergonzado?

   Renjun ve mi gesto de manera desinteresada y continúa hablando, sin saber lo que pasa. ¿Qué es lo que sigue después? ¿Qué le diga a mi amigo que nos compartamos el novio?

   —Tengo listas las calificaciones de sus proyectos —la profesora Shim se sube con el dedo índice, las gafas por el puente de la nariz, dándonos una mirada que no expresa mucho. Me frustra no saber si se siente decepcionada, sorprendida o si simplemente le da igual—. Los voy a ir llamando por número de lista. Por favor, no hagan mucho ruido.

   Comienza a llamar a mis compañeros. Saltaría arriba de su escritorio para pedirle que me la diga a mi primero con tal de calmar mi incertidumbre. Estuve esforzándome tanto para que el jodido proyecto quedara bien, que recibir una calificación reprobatoria me causa escalofríos.

   — ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?

   Renjun capta mi atención de una manera en la que sinceramente, no hubiera querido. Los besos y las sonrisas de Jeno es lo primero que se me viene a la mente al pensar en el fin de semana. Detesto tenerlo tan presente. Cuando por fin comience a superar esto del primer beso, espero que todo vuelva a la normalidad.

   —Bien —respondo con torpeza, girando mi cuerpo para quedar de frente. Poso la mirada en medio de sus ojos y un alivio casi efímero recorre mi cuerpo. De esta manera no se va a dar cuenta de que no lo miro porque ciertamente, es como si lo hiciera.

   — ¿Sólo bien? —Renjun hace un mohín ante la evidente falta de interés—. Ni siquiera me llamaste.

   —Lo siento —parpadeo y maldigo por dentro. Es obvio que mi actitud lo extraña, cuando es fin de semana, por lo regular no paramos de hablar durante todo el día—. Fuimos a la casa del tío Donghae y ya sabes que ahí la señal no es muy buena.

   La voz de la profesora Shim diciendo mi nombre me salva de morir a base de mis propias mentiras.

   — ¡Voy!

   Me pongo de pie tan rápido, que golpeo uno de mis brazos contra la butaca. Ignoro el dolor pasajero y camino hacia el escritorio, mordiéndome el labio inferior por la doble dosis de estrés que estoy recibiendo. La señorita Shim rebusca violentamente entre la pila de papeles y cuando por fin tiene mi trabajo, me lo tiende con una sonrisa que nada tiene que envidiarle a los comerciales de dentífrico.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora