10. Culpa

16.6K 1.6K 3.1K
                                    

Muevo nerviosamente los cubiertos entre mis dedos, mordiendo mi labio inferior con fuerza. Siento su mirada sobre mí; un toque imaginario que incendia todo mi cuerpo y que amenaza con carbonizarme. Es como una respuesta automática, en donde sus oscuros ojos se posan, yo ardo por completo. 

   No tengo el valor suficiente para mirarlo de vuelta, así que clavo mi atención en el plato, perdiéndome entre en el vivo color rojo de las remolachas, que el tío Donghae acaba de darme para desayunar. La mesa es muy grande, pero justo tuvo que tocarme estar frente a Jeno. Debo tener la peor suerte del maldito mundo o el odio del destino, porque si no es eso, entonces no sé lo que es.

   Tengo las mejillas enrojecidas y las manos me tiemblan como gelatina. He intentado llevar un trozo de esa asquerosa cosa a mi boca, pero después de fracasar tres veces, desisto definitivamente. No sé que estoy haciendo. Al parecer mi lado lógico ha decidido desconectarse de mi cerebro y abandonarme a mi suerte.

   Ha pasado más de una hora desde que di mi primer beso y es ridículo afirmar que hay algo distinto. Pero la verdad, es que hay algo que cambió dentro y fuera de mí. Nunca creí que probar los labios de otra persona fuera así de alucinante. El suave aroma de Jeno aun lo percibo y las caricias de sus manos sobre mi cara, me hacen querer suspirar más de una vez.

   Todo lo que tengo en la cabeza es Jeno, Jeno, Jeno. Sus manos, sus ojos, sus labios...

   Los recuerdos me torturan uno a uno y ni siquiera me importa estar comiendo remolachas con ensalada de manzana y jugo de zanahoria para el desayuno. Estoy tan hechizado por el chico que esta frente a mí, que no tengo cabeza para pensar en nada más.

   — ¿Qué tal van las clases en el Instituto? —el tío Donghae deja de conversar con mis padres, para hablar conmigo. Debe sentirse ignorado. Desde que lo saludé por la mañana no he hecho otra cosa más que perderme en mis propios y absurdos pensamientos.

   —Bien —respondo a secas, aunque aun así trato de darle una pequeña sonrisa. Por suerte mis padres están ocupados dándose de comer en la boca. De lo contario ya los tendría sobre mí, intentando descubrir qué demonios me sucede.

   Mi tío por su parte, hace una mueca ante mi sencilla respuesta. Todavía siento la inoportuna mirada de Jeno, pero trato de demostrar que no afecta en absoluto.

   Que ya no me mire, pienso. Porque entre más lo haga más nervioso me pongo y no quiero terminar haciendo el ridículo. O al menos no frente a mi propia familia.

   — ¿Qué tal esta la comida?

   Me encojo de hombros y remuevo con el tenedor las remolachas.

   —Bien.

   — ¿Y el jugo?

   —Bien.

   — ¿Te gusto la ensalada de manzana?

   —Bien.

   Jeno suelta una risita que me aturde y saca de mi burbuja imaginaria. Levanto la mirada para entender lo que sucede, y me encuentro con los afligidos ojos del tío Donghae.

   — ¿Me estás escuchando al menos, Jaemin?

   — ¿Qué? —meneo la cabeza de un lado a otro y trato de acomodar mis ideas—. Cla-claro que sí.

   —Dijiste que mi comida estaba bien —mi tío se cruza de brazos y me mira con los ojos entornados, como si no me creyera—. Es obvio que no me estabas haciendo caso. Tú odias mi comida.

   Mierda, me atrapó. Abro la boca para decir algo y de esa manera poder defenderme. Pero aunque no quiera aceptarlo, sé que cualquier cosa que diga me va a dejar mal de todas formas.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora