34. Siempre tuyo; Parte 2

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Jeno.

Cuatro horas antes.

   Saco el celular de mis bolsillos y verifico la hora. No tengo ninguna llamada perdida, ni tampoco mensajes sin leer. Subo el volumen de las notificaciones al máximo y tamborileo los dedos sobre la mesa a la par en que me relamo los labios. Echo un par de vistazos por la ventana que está justo al lado del lugar que he escogido, pero no veo nada extraordinario.

   Francamente no descarto la posibilidad de que mi invitación le haya resultada extraña y sin sentido. Pero conviene ser optimista y me prometo a mí mismo que va aparecer. Parecía muy dispuesto a hacerlo cuando me puse en contacto con él hace dos noches. Aunque quien sabe, puede que a estas alturas lo hubiera pensado mejor y ya se haya arrepentido.

   — ¿Puedo tomar su orden?

   El mesero pregunta mirándome con desinterés. Le dedico una sonrisa forzada y tomo la carta que ni siquiera había visto para pedir lo primero que encuentro en la sección de hamburguesas. Estoy en un restaurant de comida rápida así que no creo que sean malas. El chico apunta mi descuidada orden y después de decirme que mi pedido saldrá enseguida, gira sobre sus talones y me deja solo.

   El nerviosismo aumenta y comienzo a mover la pierna de arriba hacia abajo. Se supone que mi avión parte en cuatro horas, pero aun así siento que el tiempo no me va a alcanzar para hacer todo lo que tengo en mente.

   Minutos más tarde vuelve el mesero y deja sobre mi mesa una hamburguesa con queso y una malteada de fresa. Me desea de manera monótona buen provecho y una vez que se marcha hago el plato hacia adelante, apartándolo de mí. No tengo ganas de comer. Menos aun si voy a subirme a un avión. No quiero tener el estómago revuelto y viajar con incomodidad por horas.

   Sin embargo, no desprecio la malteada y le doy unos cuantos sorbos, observando a cada tanto mi celular. Pasan otros diez minutos y creo que no va a venir, pero finalmente, después de un momento de quiebre mental, lo veo atravesar la cafetería con aire despreocupado.

   Me permito soltar un suspiro y levanto la mano para indicarle que estoy en una de las mesas de al fondo. Él me dedica un gesto de cabeza simple y una vez frente a mí, se da un par de toques en su airpod derecho y se quita ambos para posteriormente dejarlos sobre la mesa.

   —Siento el retraso, pero mi chofer no encontró una ruta más rápida para llegar.

   Dice aquello con tanta naturalidad que podría pasar por algo normal de no ser porque tener un chofer a los diecisiete años de edad me parece extraordinario. Luce como un chico agradable y el día de la fiesta de disfraces creí que era divertido, pero es obvio que su posición económica, de manera inconsciente, le da algunos tintes de superioridad al hablar.

   —Gracias por haber venido Chenle —le dedico una pequeña sonrisa y trato de hacerlo sentir cómodo invitándolo con una mano a que tome asiento frente a mí—. ¿Cómo estás? ¿Disfrutas de tus vacaciones?

   Él me da una mirada insegura, analizándome atentamente. Quedamos frente a frente y luego se cruza de brazos y se recarga contra el asiento. Quizá intentando recordar quien soy.

   Conseguir su número no fue tarea difícil. Fue cuestión de teclear su nombre para encontrar su Instagram y leer la descripción que contenía "Contacto personal de Zhong Chenle" para luego hacerle una llamada y pedirle que nos reuniéramos aquí. La tecnología a veces es demasiado conveniente, pero debo admitir que me preocupa la facilidad con la que los jóvenes aceptamos sin reparos a reunirnos con extraños.

   —Tú eres uno de los novios de Jaemin, ¿no es cierto?

   Chasquea la lengua y yo salgo de mi ensimismamiento.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now