12. Fotos

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No sé en qué momento se me ocurrió que dormir antes de salir con Jeno, era una buena idea.

   Supongo que el agotamiento mental no me dejó otra opción. Me confié con poner dos alarmas y esperar, a través del sueño, a que llegara la tarde. No soy partidario de pasar horas recostado sobre la cama, pero si eso me evitaría el remordimiento, entonces lo usaría a mi favor. Presentía que las preguntas que no quería responder iban a atacarme y como un cobarde preferí huir de la realidad antes que enfrentarla.

   Así que fui a mi habitación y me recosté. Programando las alarmas para despertar a tiempo. Sin embargo, me levanté antes de que la primera sonara y como vi que todavía faltaba mucho para las seis, la desactivé y volví a dormir. Para cuando la segunda alarma sonó, ni siquiera me molesté en apagarla. Quedándome profundamente dormido.

   Y fue precisamente eso lo que me trajo a estar así, rebuscando violentamente en el closet diez minutos antes de la seis. Jeno dijo que quería ir al centro comercial por un batido. Nada extraordinario realmente. Pero no dejo de pensar que tengo que hacer aunque sea un intento por salvar mi cara adormilada y borrar la marca de la almohada, que parece querer ser parte permanente de mi frente.

   Tomo una ducha exprés, empapándome de agua helada para despertar por completo y luego me visto con unos sencillos jeans negros y una camiseta a rayas. Acomodo mi húmedo cabello frente al espejo del baño y reviso mi celular a cada cinco minutos, esperando que Jeno me diga que ya está afuera, para terminar de perder la razón.

   Y justo cuando estoy colocándome algo de colonia en las muñecas, mi celular timbra y las notificaciones me arrojan el nombre de Jeno.

   Estoy afuera Jae, ¿ya estás listo? : )

   Y puedo imaginármelo sonriendo mientras teclea el mensaje y espera por mí en la puerta. Se me acelera el corazón y los nervios quieren hacerme un desastre, pero procuro mantener la calma y me digo a mí mismo que solo es una salida de amigos. Que no es la gran cosa.

   Aunque por dentro me estoy muriendo.

   Le escribo una corta respuesta y reviso mi aspecto en el espejo una vez más. Mi madre dice que soy demasiado cuidadoso con mi imagen, pero yo no creo que sea así. La única razón por la que lo hago es para estar decente y comprobar que no tengo la marca blanca de la pasta de dientes sobre la comisura de la boca.

   Tomo mi chaqueta que esta sobre la cama y meto mi billetera en uno de los bolsillos traseros de mis jeans. Cancelé a Renjun a la salida, les escribí a mis padres para avisarles que llegaré para la hora de la cena y los deberes de la clase de matemáticas ya están hechos y guardados dentro de mi mochila.

   No tengo ninguna razón para no ir, sin embargo me sorprendo a mí mismo tratando de buscar una excusa para decirle a Jeno que no puedo hacer esto. Me aterra pensar que las cosas no salgan como planeo. Y lo peor, es que ni siquiera tengo un maldito plan.

   Es tan absurdo y confuso que creo que podría vomitar.

   Pero irónicamente me sorprendo a mí mismo caminando hacia la puerta. Sin intención alguna de detenerme. Tengo dos posibles posiciones y ninguna de ellas parece estar de acuerdo con la otra. No obstante, cuando abro la puerta y la sonrisa de ojos de Jeno me recibe, como un fresco golpe en primavera, sé que no hay marcha atrás. Por mucho que intente resistirme, él puede conmigo.

   —Hola, Jae —por favor no me sonrías, no te me acerques y no me hagas sentir esto que me desespera. Por favor Jeno, detente.

   Pero termino acercándome y respondo de inmediato su sonrisa, contagiándome de su felicidad. Bajo las mangas de mi chaqueta y me relamo los labios al ver su boca rosada y delgada estirarse con cada palabra. Dios, ¿Cuánto puede enloquecer una persona por unos labios?

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora