3. Todo mal

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Tal y como lo esperaba, Jeno al día siguiente no está por ninguna parte.

    De alguna manera me siento agradecido de que así sea, todavía no estoy listo para darle una explicación a Renjun. Es decir, ni siquiera yo mismo entiendo qué demonios fue exactamente lo que pasó. Y si ambos llegáramos juntos al Instituto como si nada, solo empeoraría la situación.  

   Así que sencillamente intento olvidarme de ello. No tiene ningún caso enfrascarme con algo que ya no se va a volver a repetir. Todo ha vuelto a la normalidad, Jeno por su lado y yo por el mío.

   Me alisto un poco más temprano que de costumbre y cuando bajo a la cocina veo a mis padres conversando mientras se beben una taza de café. Seguramente no van a ir a trabajar, pero aun así se levantan porque quieren despedirse de mí antes de que me vaya a la escuela.

   —Hola, cariño —mi madre me regala una sonrisa y me ofrece jugo de naranja—. ¿Cómo les fue ayer? ¿Y tú amigo?

   Trato de encontrar las palabras correctas para describir lo que ha pasado "con mi amigo". No tiene caso enterar a mi madre de mis problemas. Solo se va a terminar preocupando y lo que menos necesito en este momento es más personas a las cuales deberles una explicación.

   —Se fue temprano porque quería ir a cambiarse a su casa —digo y me encojo de hombros, pero por dentro me alegro de la bendita excusa tan convincente que me acabo de inventar. Incluso yo me la llego a creer—. Lo voy a ver más tarde en la escuela, supongo.

   —Me parece maravilloso que tengas más amigos además de Renjun, cariño —mi padre se acerca a mí y me acaricia el cabello suavemente—. ¿Cómo se llama?

   Mis padres no saben que Renjun está en una relación. Creo que es uno de esos datos que no debes de andar diciendo por todas partes, así que realmente no tengo problema en decir su verdadero nombre.

   —Jeno.

   Parecen satisfechos con la respuesta porque no me preguntan nada más. Y eso me hace sentir aliviado.

   Tomó mi desayuno en silencio, intercambiando miradas entre mi celular y mi plato. Al terminar, subo de nuevo a mi habitación para cepillarme los dientes y cuando ya estoy listo, me despido de mis padres con un beso en la mejilla.

   Hoy tengo ganas de caminar. El trayecto al Instituto es tranquilo y un poco frío. Estamos en verano pero, a veces el clima se vuelve tan loco que me siento en pleno otoño. Es por eso que nunca salgo de casa sin mi chaqueta. Uno nunca sabe cuándo el clima puede llegar a tomarte el pelo.

   Después de algunos minutos tranquilos de caminata, a dos cuadras de llegar a la escuela, siento unas manos tomando mis hombros. Suelto un grito que me avergüenza cuando esas manos tocan mi rostro y percibo lo terriblemente frías que están.

   — ¡Te asusté!

   — ¡Cállate! ¿Tienes las manos congeladas o qué?

   Renjun suelta una carcajada y mete sus heladas manos a los bolsillos de mi chaqueta, caminando a mi lado. No debería de estar tan sorprendido, a mi amigo siempre le ha gustado hacerme todo tipo de bromas.

   —No, pero dejé los guantes en casa y el aire está helado.

   Pongo los ojos en blanco y lo empujo a un lado para que deje de estar tan cerca de mí. Pero no lo consigo. La mayoría de las veces estar con mi mejor amigo se asemeja a cuidar de un cachorrito: siempre está hiperactivo y juguetón.

   — ¿Qué tal tu mañana?

   Renjun me pregunta, dejándome completamente desconcertado. Es algo que me dice todos los días, sin embargo, en ese momento no puedo evitar sentirme intimidado.

Extraño |NoMinWhere stories live. Discover now