Día 4

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Se empezaban a quedar sin ideas.

—Mi color favorito es el verde —Draco se encogía de hombros. Harry no lo pensaba demasiado.

—El mío es el rojo.

—No me sorprende.

Ambos desviaban la mirada un instante hacia Miri, de pie en medio de los asientos de los dos. Ella permanecía impasible, si no causaban problemas.

Los últimos dos días no dijeron más que obviedades que cualquiera podría haber descubierto por su cuenta, si era mínimamente observador. Que a Harry le gustaba la tarta de melaza, que los dos jugaban Quidditch, a Draco le envían chocolates cada jueves. Quiénes eran sus mejores amigos, su profesor favorito.

Pero, en algún momento, era inevitable comenzar a ahondar en sus vidas.

Sólo que ninguno de los dos esperaba que fuese tan pronto; si podían retrasarlo más, mejor.

—Quiero ser Auror cuando termine Hogwarts —Soltó, porque no sonaba a algo tan relevante como para mantenerlo en secreto, ni que pudiese ser usado en su contra. Draco sólo elevó una ceja—. ¿Qué? ¿Tú no has pensado lo que vas a hacer cuando salgas?

La respuesta se demoró varios segundos en llegar. Estaba considerando qué más decirle, cuando lo oyó.

—Inefable —Musitó, tan bajo que no lo habría notado, si otro ruido hubiese llenado el aula—. Me gustaría ser Inefable. Pero probablemente termine trabajando en Gringotts o algo así...—Le restó importancia, con un gesto vago.

—¿Por qué? —Inquirió, sin sopesarlo. Él rodó los ojos, como si acabase de preguntar una estupidez.

—Alguien tiene que cuidar la Mansión, la fortuna, los negocios —Meneó la cabeza—. No tengo tiempo para seguir...fantasías estúpidas de un niño.

Harry tuvo la impresión de que apretaba los dientes al murmurar lo último. Draco apartó la mirada hacia sus manos, se dedicó a darle vueltas al anillo familiar, oscuro y con una M, que llevaba. Ambos fingieron que nada había pasado.

—¿Qué te da miedo? —Su respuesta a esa tampoco sería catastrófica. El día anterior apenas, descubrieron que Miri detectaba mentiras también, así que tenía pensado evitar aquello que no pudiese ser respondido—. A mí me asusta el miedo, según alguien a quien admiro bastante. Me asusta sentir miedo.

Por supuesto que no era el único con el método de evasión en mente.

—Soy oclumencista —Draco continuó sin mirarlo. El anillo de los Malfoy tintineaba al golpear otro que tenía, en cada giro.

Parpadeó y boqueó por unos instantes, incrédulo.

—¿Qué? ¿En serio?

—Sí —El Slytherin tomó su maletín de un costado del asiento y se puso de pie, alisándose pliegues inexistentes de la túnica—. Eso es todo. Adiós.

Salió sin hacer más ruido del justo y cerró la puerta detrás de él.

Esa noche, a la hora de la cena, Harry estaría divagando, hasta que se le ocurrió preguntar a Hermione si a algunas personas se les daban mejor la oclumancia que a otras.

—Claro que sí, Harry —Respondería, con una expresión extrañada—, el arte de la mente es mucho más complejo que sólo entrar o salir de la cabeza de alguien.

No se daría cuenta de que observaba, de vez en cuando, la mesa de Slytherin durante el resto de la comida.

Un día a la vezTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang