Acerca de cuánto me gustas

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A pesar de sus reticencias, terminó por ceder. Harry había extendido la mano, simulando que no se fijaba en lo que hacía, para tantear el aire a su lado. Cuando atrapó la del Slytherin, aguardó unos segundos, para darle la oportunidad de apartarse si era lo que en verdad quería; como no lo hizo, buscó entrelazarlas. De ahí el que caminasen lado a lado, unidos por un agarre flojo de sus dedos, apenas rozándose, por la calle principal de Hogsmeade.

Se sentía absurdamente orgulloso, como si tomar su mano, fuese una confirmación que no sabía que quería y más. Draco lo miraba de reojo cada pocos pasos, topándose con su sonrisa avergonzada.

De forma vaga, se preguntaba si era normal que alguien le gustase tanto. En quienes creyó interesarse antes, se convertían en borrones dentro de su cabeza, cuando Draco le daba un ligero apretón a su mano y giraba el rostro, dando un vistazo disimulado alrededor, fingiendo que tampoco hizo nada. Harry puso fin a las actuaciones de ambos al detenerse al final de la calle, levantar sus manos unidas y besarle el dorso, despacio.

El Slytherin rodaba los ojos frente al gesto, pero la leve sonrisa todavía lo traicionaba.

—¿Y bien?

—Hay un sitio en que he estado pensando...—Harry lo invitó a seguir con un gesto. Fue su grave error. La siguiente sonrisa que le mostró, le recordaba a la que ponía cada vez que iba a jugarles una desagradable broma—. La verdad es que me gustaría tomar el té.

—No.

—Sí —En definitiva, esa tenía que ser la sonrisa malvada de Draco. Él entrecerró los ojos.

—No me estás hablando de lo que creo que me estás hablando, ¿cierto?

El Slytherin asintió dos veces, despacio. Harry ahogó un quejido, observando de reojo el salón de té. Frunció la nariz.

—Tienes que estar bromeando.

—No, no.

Odias ese salón.

Pero me gusta el té.

—¿Qué estás intentando?

—Nada —El tono inocente no logró ni un ápice de convencimiento en él, lo que le demostró al resoplar—. Bien, bien. Sólo se me ocurrió que alguien tiene que gustarte mucho para soportar la tortura de una taza de té y galletas, en ese asqueroso lugar.

—Si piensas que es asqueroso, ¿por qué tenemos que ir? —Por supuesto que Harry se dio cuenta nada más decirlo—. No puedo creerlo.

Draco se encogió de hombros, con aparente desinterés.

—Es obvio que no eres capaz de aguantar un simple té por-

—Uno —Harry lo señaló, lamentándose por dentro de haberse fijado en un Slytherin, y en ese Slytherin, de entre todas las personas—. Un té, unas galletas. Me das un beso cuando terminemos y salimos una tercera vez.

—Tortura empalagosa a cambio de una cita decente después...—Draco aún fingía pensarlo cuando comenzó a arrastrarlo hacia allí, porque estaba seguro de que terminaría por perder el valor de otro modo. A mitad de camino de la entrada, vaciló un poco—. Harry, no era en-

—Oh, no, ¿quieres una muestra de cuánto me gustas? Bien, eso tendrás.

—¡De acuerdo! —Ante su chillido, más estudiantes se fijaron en ellos. Bajó la voz, ruborizado—. Admito que- pensé que la soplona tuvo que gustarte mucho, para soportar algo así, y- y , bien, pero en verdad no quiero entrar a ese asqueroso lugar, a ti no te gusta, a mí no me gusta- ¡sólo estaba siendo un idiota celoso, ya, lo dije! ¡Harry!

Un día a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora