Dumbledore

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Era media tarde cuando se encontraron frente a la estatua. Harry le hizo una seña para que lo siguiese y dejase de dar vistazos alrededor con el entrecejo arrugado.

—¿Nunca has venido a la oficina de Dumbledore? —Preguntó, haciendo una pausa para darle la contraseña del dulce de la semana a la estatua. Draco tenía las cejas arqueadas cuando vio que daba resultado y las escaleras se mostraban para ellos.

—No creo que lo sepas —Indicó, subiendo detrás de él. Notó que se sujetaba de una de las mangas de su túnica por un instante y lo soltaba de inmediato, como si le quemase—, pero Dumbledore no siente gran aprecio por...los Slytherin. Y dado que ni el director, ni a la subdirectora, le interesa mucho lo que hagamos o dejemos de hacer, simplemente...bueno, nosotros no pasamos por aquí. Lo que haya que resolver, lo hablamos sólo con Snape.

—¿Y Snape no los manda a la mierda a la primera?

Él negó.

—En realidad, es un gran Jefe de Casa —Cuando se detuvieron en lo alto del tramo, Harry lo miró con incredulidad. El Slytherin rodó los ojos—. Es la verdad. Te pregunta qué pasa cuando te ve deambular por ahí, manda a llamar a estudiantes que bajan sus notas cuando sabe que no son de esa clase de chicos, te deja molestarlo con preguntas sobre los TIMO's y EXTASIS hasta que es la hora de la cena. Incluso podemos ir a tocar su puerta después del toque de queda, si es una emergencia. Claro que todavía es gruñón y parece que te fuese a maldecir si usas la palabra incorrecta, y si lo molestas sin razón, es terrible- también nos pone castigos, cuando no estamos con los de otras Casas, pero...es el único que se preocupa por nosotros y entiende.

A Harry no podía dejar de sorprenderle el tipo de cosas extrañas de las que se enteraba, en los momentos más inusuales. Se limitó a musitar un "vaya" y enseñarle dónde quedaba la puerta a la oficina.

Dumbledore ya estaba sentado detrás del escritorio cuando pasaron. Dos sillas instaladas frente a él, fueron su única invitación a tomar asiento. Harry lo hizo primero, saludó y aceptó el caramelo de limón que le pasó; al darse cuenta de que su compañero permanecía de pie a un lado, le hizo otro gesto para que lo imitase.

Draco le habló entre dientes, negó cuando le ofreció un dulce del tazón y se mantuvo de brazos cruzados, apenas se sentó.

—Tengo entendido que han pasado más de un mes hablándose a diario sin pelear —Ambos dieron respuestas afirmativas, uno asintiendo, el otro con un débil murmullo—. ¿Creen que podrían mantener este tipo de convivencia pacífica fuera de los castigos?

Los dos se observaron. Por la amenaza que pendía sobre ellos, de dejarlos sin Quidditch, tampoco discutían fuera del aula abandonada, allí donde Miri no podía decirles nada; se evitaban, se ocupaban de sus asuntos por separado fuera de los horarios de castigo, y si había necesidad de interactuar, lo reducían al mínimo.

Aunque era cierto que Draco había hecho un par de comentarios a los Weasley, Harry le dio unas respuestas poco agradables, y , a veces recordaba que existía un cretino imbécil por debajo del chico que apretaba la mandíbula para intentar no echarse a reír por lo que Kevin hacía a los ladrones que lo perseguían.

Como ninguno supo contestarle, volvieron a fijarse en el director. Dumbledore los veía con calma, a través de las gafas de media luna, dándole la impresión de que ya se esperaba que reaccionasen así.

—Me parece que, si en las próximas semanas, no encontramos motivos para creer que se llevan mal y necesitan mantenerse bajo esta medida, su castigo no se extenderá más allá de los dos meses. Y no habrá represalias relacionadas al Quidditch —Le dio otra mirada a Harry al decirlo—, mientras se comporten.

El Gryffindor asintió. Draco se limitó a cabecear, sin observarlo más tiempo del necesario.

—Pueden retirarse después de contestar una sola pregunta —Dos pares de ojos, verdes y grises, lo vieron cuando se inclinó hacia adelante—. ¿Han aprendido algo el uno del otro?

Harry boqueó, pasando la mirada del Slytherin al director. El primero permanecía impasible, el segundo observaba con curiosidad.

—Sí —Admitió, en voz baja, encogiéndose de hombros—, sobre costumbres sangrepura y...otras formas de ver a las personas, sí. Yo diría que he aprendido algunas cosas, profesor.

Los dos enfocaron a Draco, que elevó una ceja al saberse el centro de la atención en la oficina.

—Bueno...—Tamborileó con los dedos sobre una de sus piernas, con falso desinterés—. Yo he aprendido que existen magos adultos muy irresponsables por aquí y que Potter puede tejer un suéter, sin magia. No es que lo haga bien, pero tiene dos mangas largas y un cuello, así que sigue siendo un suéter.

Dumbledore pareció sopesarlo un momento. Se percató de que él volvía a apartar la mirada.

—Pueden marcharse —El director asintió, como si hubiese comprobado algo por su cuenta. Draco se puso de pie de inmediato y se despidió de camino a la salida. Harry se demoró unos segundos más al agradecer otro caramelo que le tendió.

Cuando bajaban por las escaleras, se le ocurrió preguntar:

—¿Por qué te portas así con Dumbledore?

—No me porté de ningún modo. Así soy —Draco ni siquiera lo vio al contestar, así que se apresuró a saltar los últimos dos escalones y se metió en su camino, de manera que fue inevitable quedar cara a cara y frenarlo.

—Él realmente no odia a los Slytherin ni nada como eso, ¿sabes? Él sólo-

—Usa legeremancia.

Harry parpadeó. Se había detenido, a mitad del proceso de desenvolver su segundo caramelo, y decidió no hacerlo, sino guardarlo en uno de sus bolsillos.

—¿De qué hablas?

El Slytherin dio una ojeada hacia atrás, a la parte de arriba de las escaleras, donde el pasadizo comenzaba a cerrarse.

—En la legeremancia avanzada, hay esto- se le conoce como "ondas" y pueden enviar, bueno, sensaciones, emociones, hacia la mente de otra persona. Dumbledore manda ondas de tranquilidad, para que te sientas cómodo y le tengas confianza cuando estás delante de él —Arrugó el entrecejo y se envolvió con sus propios brazos—. Cuando llega a mis escudos de oclumancia, se siente como si...intentase entrar, y es desagradable. No sé si lo hará a propósito o...

—No creo que él-

—...pero sigue sintiéndose desagradable —Insistió, sin darle tiempo para contestar. Harry sólo soltó un débil "oh" y se hizo a un lado, para dejarlo pasar.

Cuando se había alejado unos metros y sus pasos se oían menos, se aclaró la garganta y se pasó una mano por el cabello.

Acababa de caer en cuenta de que seguiría viéndolo, hablándole, todos los días.

La idea, de pronto, no le molestaba tanto como creyó que lo haría.

—Malfoy —El chico se detuvo al doblar en la esquina, mirándolo por encima del hombro—, ¿mañana a la misma hora?

—Sólo si me traes las cosas esas de maíz.

Harry rodó los ojos y sonrió.

—Tal vez las consiga para mañana.

—Bien.

—Bien.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now