Situaciones al azar

22.1K 3.5K 1.4K
                                    

—...lo de los pavos era en serio.

Harry tenía una sonrisa tonta en la cara, cuando aparecieron en un patio enorme y bien cuidado. Lo primero que distinguieron fue al niño rubio, corriendo, arrojándose contra uno de los pavos reales albinos, en un vano intento de rodearlo y subirse a su espalda. Fracasaba cada vez, rodaba por el suelo, se ponía de pie, listo para la próxima contienda.

—¿Eres tú? —Desvió la mirada un instante hacia Draco, que observaba con el ceño fruncido, y volvió al pequeño niño.

—Creo que-

—¡Scorpius! —La voz masculina que llamó al niño, pertenecía a un hombre también rubio, que les pasó por un lado, sin notarlos. Se acercó con largas zancadas, pero falló al intentar llamar la atención del niño más de lo que lo hacían los dichosos pavos.

Con un giro de muñeca, hizo levitar al pequeño, que se retorció en el aire, chilló y se echó a reír, feliz.

—¡Papá, ya casi lo tenía! —Le juraba, a medida que el hechizo lo aproximaba al mayor.

—Dices eso todos los días, y todos los días llegamos tarde con tus primos, Scorpius.

Draco estaba boquiabierto. Harry empezaba a formular una pregunta dentro de su mente. Apuntó al hombre que cargaba al niño, en cuanto el encantamiento se lo dejaba en brazos.

—¿Ese...? —A su lado, el muchacho asintió, sin dejarle terminar.

—Sí —Respiró profundo—, creo que ese soy yo.

Los dos vieron al mago alejarse por un sendero de piedras, que dirigía a la entrada de una casa blanca, y regresaron por donde entraron: el hueco en la escena, que llevaba de vuelta a la sala oculta de espejos.

—¿Crees que esto muestre el futuro? —Inquirió Draco, del otro lado.

No lo creía. Después de pasar por la pintura de Van Gogh, llegaron al pasillo de un hotel que se tardó unos segundos en identificar como el de una de las películas basadas en historias de King, que vieron juntos (lo que tuvo como resultado a ambos corriendo de regreso, en su huida de un protagonista demente que no lograban enfrentar), y a una versión de Hogwarts antigua (en donde Draco juró haber visto pasar a una versión adolescente de su madre, Narcissa). A menos que uno solo de los espejos, pudiese dar una mirada al futuro, era poco probable que la escena que les presentó fuese a desarrollarse.

—No sé —Se encogió de hombros, deslizando una de sus manos hacia la de él. Sin duda, correr sin aliento por las risas, para escapar de un personaje ficticio con un hacha, había disuelto sus nervios acerca de lo que podía pasar en una primera cita—, pero si ese es tu futuro, me sentiré muy indignado.

Draco arqueó una ceja.

—¿Y eso por qué?

—Porque yo te traje a verlo y no aparezco ahí —Harry fingió un puchero, quejumbroso.

Era una simple broma, jugaba, intentaba que se riese más. Le gustaba cuando lo hacía reír. No se esperaba que se parase frente a él, le sujetase la barbilla con su otra mano, y uniese sus labios.

Se demoró una fracción de segundo más de lo justo en reaccionar. Luego llevaba la mano que tenía libre a su espalda, lo mantenía cerca, se dejaba arrastrar por esa ola cálida que lo inundaba todo frente al contacto.

Los labios le cosquilleaban, le quemaban, cuando se alejó unos centímetros, tras un momento. Draco sonreía al verlo así de cerca. Su estómago acababa de sufrir de una sacudida que era demasiado fuerte como para fingir ignorarla.

—Te lo habías ganado —Argumentó, apartándose un paso, aunque el hecho de que le tendiese una mano, lo hacía ver como una invitación a mantenerse cerca. Una que no dudó en aceptar, cuando Draco se giraba y señalaba otro espejo—. Ahí, quiero probar ese ahora.

Harry soltó un bufido de risa y lo siguió, sin hacer comentario alguno sobre su apariencia entusiasta y la sonrisa que se le dibujaba, cada poco tiempo, pese a sus intentos de retenerla.

Más tarde, regresaría a la Sala Común con una expresión tranquila, pero resplandeciente de felicidad, y reiría cuando su mejor amiga le preguntó cómo le fue.

—Oh, bien. Conocí La noche estrellada de Van Gogh, el pintor sin una oreja —Puntualizó, sólo para fines informativos—, el hotel de El Resplandor, a Narcissa Black de dieciséis años, el posible futuro hijo de Draco, un Dementor amigable que hablaba de Astronomía, un mundo al revés...lo mejor fue el Dementor y la cara de Draco mientras lo escuchábamos.

Cuando siguió su camino hacia el dormitorio, le pareció que Ron se inclinaba desde su asiento, sobre el hombro de la chica, y decía:

—¿Fueron a una cita o estaban probando polvo de hadas?

—Bueno, él parece feliz, ¿no? —Fue lo que ella le replicó.

No tenían idea de cuánto lo estaba.

Un día a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora