Día 23

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—A mi padre no le gusta el Quidditch, así que fue mi madre la que me enseñó a subir a una escoba.

Harry arqueó las cejas nada más oírlo.

—No puedo imaginarme cómo fue eso.

Draco se encogió de hombros, con una débil sonrisa.

—La has visto. Vestidos largos, perfecto cabello —Elevó la barbilla. Él consideró decirle que sólo adoptó su postura usual, no una imitación de la que recordaba de Narcissa Malfoy, pero se contuvo—. Lleva eso a una escoba y júntalo con un niño de dos años ansioso por volar y un patio lleno de pavos albinos aterrorizados.

—Suena a que tuviste una buena tarde.

Él asintió.

—Una de las mejores de mi vida —Quizás al darse cuenta de lo que decía, se inclinó hacia adelante, aclarándose la garganta, y se puso a darle vueltas a su anillo Malfoy. La sonrisa ya no estaba.

Tuvo la ridícula impresión de que debía compensar el que le hubiese contado una historia así, con algo semejante. De igual valor. Se echó hacia adelante, y cuando habló, procuró que fuese en voz muy, muy baja.

Sería sólo la segunda vez en su vida que lo mencionaba.

—Tengo esta- esta imagen. Soy un niño muy pequeño y estoy sobre una escoba, no se eleva mucho, pero me siento...como si fuesen metros y metros, del suelo hasta donde estoy. Hay dos personas que se ríen y son-  que son mis padres —De existir otro ruido en el aula, en ese momento, sus palabras ni siquiera lo habrían alcanzado. Pero el silencio era casi absoluto. Malfoy lo observaba con atención—. Él me está persiguiendo, juega conmigo, no sé qué dice, pero a eso suena. Ella nos está tomando una fotografía mágica. No sé si es un recuerdo, o un sueño que tuve, pero...es la memoria más feliz que tengo. Incluso es la que usé la primera vez para crear mi patronus.

Draco parpadeó. Luego arrugó un poco el entrecejo.

—¿Puedes hacer un patronus? —Harry asintió. Él vaciló— ¿uno corpóreo?

—Un ciervo, sí. Es igual al de mi papá.

—¿Desde cuándo puedes hacerlo?

—Desde tercero.

Una breve pausa.

—A mí...no me sale —Mencionó, casi aturdido. Harry pensó en el tono acabado con que hablaba de sus memorias de la niñez y tuvo una idea de por qué.

—Sólo necesitas...

—Ya dijeron las tres cosas de hoy.

Ambos se quedaron inmóviles. Harry todavía tenía los labios entreabiertos, las palabras atascadas en la garganta. Draco parpadeó al apartarse y ver a Miri.

—Sí, bien- yo- —Carraspeó y tomó su maletín, pero al levantarse, no se marchó de inmediato—. Snape dijo que esta va a ser la última del año. Nos tomaremos este fin de semana libre porque tengo que arreglar ciertos asuntos antes de ir a la Mansión por vacaciones. También dijo que hablaremos con Dumbledore al volver y retomaremos el castigo —Agregó, rodando los ojos.

Harry se reclinó en el respaldar de la silla, con la vaga idea de que era como un pequeño animal que huía. Le hacía gracia.

—Malfoy.

—¿Hm? —Él lo miró por encima del hombro, al darse la vuelta.

—No te digo "feliz navidad, hijo de puta" sólo porque tu mamá te enseñó a subirte a la escoba, así que no puede ser tan mala —Draco estrechó los ojos al oírlo. Le enseñó el dedo del medio al continuar su camino hacia la salida.

—¡Ojalá vuelvas a jugar Quidditch cerca de Dementores, Potty!

—¡Te invitaré a unirte a nosotros, si consigo suficientes para un equipo!

El Slytherin sacudía la cabeza cuando dejó el aula. Harry contenía la risa.

Un día a la vezWhere stories live. Discover now