Día 86

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—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

No vamos a ir a Hogsmeade juntos, Harry.

—¿Por qué? —Harry ladeó la cabeza, buscando sus labios al aproximarse más. El Slytherin intentó apartarse, echándose hacia atrás, así que cambió de objetivo, enterró el rostro en su hombro, y empezó a frotar la punta de la nariz contra la piel expuesta de su garganta, por encima del cuello de la camisa. Podía sentir la vibración de su risa contenida, cuando alzó los brazos, para enredarle los dedos en el cabello.

No faltaba más de una media hora para la cena en el Gran Comedor, lo que significaba alejarse. Harry no quería alejarse tan pronto. Llevaba toda la tarde ahí, porque se llevó incluso los libros y completó su último ensayo, tirado en la manta, a un lado de Draco. Luego de cumplir el castigo, vieron A Nightmare on Elm Street, sólo para que el Slytherin se riese de 'esas cosas que asustan a los muggles' y arrojase palomitas de maíz por doquier, en el momento en que un susto lo hacía saltar, pegándose a él.

El modo en que terminaron rodando por la cobija, Harry encima, Draco retorciéndose con falsos quejidos por debajo, era un verdadero misterio. Recordaba un punto intermedio, después de la película y antes de ese instante, en que hablaban del Quidditch, el Slytherin se enfurruñaba por la insinuación de que Gryffindor les ganaría el siguiente partido, él lo besaba para quitarle esa expresión. A partir de ahí, lo demás era cubierto por una bruma. Tampoco podía decir que hiciese un gran esfuerzo por conectar los hechos, si Draco reía otra vez contra su oído; el sonido lo llenaba de ese sentimiento cosquilleante, ganas de sonreír, de besarlo más.

—Se supone que estoy en tu contra, ¿recuerdas? —Al apartarse un poco, Harry conseguía fruncir el ceño, para demostrar su momentánea confusión. Él se dedicaba a jugar con sus lentes, quitándoselos, colocándoselos en su lugar. Le era difícil distinguir algo sin los cristales, pero podía jurar que parpadeaba y arrugaba la nariz, intentando ver lo que fuese a través de estos. Tras unos segundos, se los regresó, pero en vez de sólo ponérselos, enredó los dedos en los mechones detrás de sus orejas, acariciando, tirando sin fuerza—. Vigilándote, asegurándome que no hagas nada contra la cara de sapo y todo eso.

Harry rodó los ojos y resopló.

—Umbridge no sabe lo que hacemos en Hogsmeade...

—Eso crees —Puntualizó, negando—. Es una mala i-

—Oh, vamos —Con un débil quejido, flexionó los brazos y se recargó sobre su pecho, prácticamente tendido sobre él—. ¿Cuánto tiempo te va a durar tu fase de negación Slytherin?

Draco arqueó las cejas.

—Yo no tengo una- —Harry respondió levantando las cejas también—. Intento que no se arruine lo que...bueno, lo que sea que tenemos.

—Yo intento que "lo que sea que tenemos" —Recalcó sus palabras. Draco se mostró casi culpable por el tono en que lo hacía— lleve un nombre.

El Slytherin se mordió el labio inferior. Como no hubo respuesta inmediata, Harry suspiró y se inclinó. Besó su frente. Draco parpadeó hacia él, descolocado, cuando le sonrió.

—Deja de preocuparte tanto —Pidió, en tono incluso más suave de lo que pensó que lo haría.

Draco inhaló profundo, apretó los párpados un instante, luego asintió.

—Supongo que...hacerlo a tu modo, sólo un poco, no puede ser la peor opción, ¿no? —Le mostró una sonrisa tensa, que Harry correspondió con una más agradecida.

—Si me paso, dime que me detenga.

—Te gritaré que te detengas —Bromeó.

Lo que ambos llamarían el primer cambio gryffindoresco, ocurrió esa misma noche. Harry entraba al Gran Comedor con sus amigos, decidió que quería comer con él, y se hizo un espacio en la mesa de Slytherin, pidiendo permiso, dejando aturdida a una parte considerable de la población estudiantil y el profesorado del colegio. Draco meneó la cabeza, aunque no le gritó que se fuese, así que lo consideró un verdadero éxito.

—¿Así que...—Pansy se inclinó desde el otro lado de la mesa, sonriente— salen o algo así?

Harry le sonrió, a medias.

Algo así —Pero sujetaba una de las manos de Draco, por debajo de la superficie de madera llena de platillos deliciosos.

Un día a la vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora